sábado, 14 de enero de 2012

JUAN DE LOS MUERTOS (2011)



Desde que Danny Boyle resurgiera el género zombie (o de “infectados” para los más puestos en el tema), con 28 días después (28 days later, 2002), se podría decir que los no muertos han invadido literalmente las salas de cine y, aún si cabe, el formato doméstico. Este subgénero, al que diera carta de naturaleza de un modo casi accidental George A. Romero con la seminal La noche de los muertos vivientes (The Night of the Living Dead, 1968), tiene en nuestros días un boom equiparable, o quizás aún mayor, al vivido a finales de los setenta y principios de los ochenta, gracias de nuevo a Romero y su Zombi (Dawn of the Dead, 1978). No es pues de extrañar que fuera el libre pero muy acertado remake realizado por Zack Snyder sobre ésta – Amanecer de los muertos (Dawn of the dead, 2004) -, el que volviera a poner de moda definitivamente a los muertos vivientes. Desde entonces hemos visto zombies de todas las formas y categorías: los hay que hablan, que corren, e incluso los que han sido domesticados.


Sin embargo, el auge vivido por la temática en los primeros compases del nuevo milenio (el cual, además de al denominado séptimo arte, ha tendido también sus redes a otros campos adyacentes como la literatura, la televisión y los comics), no solo se ha limitado a las muy diferentes ópticas con las que han sido abordadas tan putrefactas criaturas. Otra muestra de tal circunstancia se encuentra en el surgimiento de un sinfín de ejemplares procedentes de cinematografías que, hasta el momento, contaban con poca o ningunaa tradición dentro del ámbito fantástico. La noruega Zombis Nazis (Dead Snow, 2009) de Tommy Wirkola, la pakistaní Zibahkhana (2007) de Omar Khan o la producción de mayoría Serbia Zone of the Dead (2009), dirigida por el tándem formado por Milan Konjevic y Milan Todorovic, son solo tres de los títulos que componen un listado al que ahora se une Juan de los Muertos (2011), segunda película del cubano Alejandro Brugués.


En este sentido, no deja de ser significativo el que el grueso de la, por otra parte, sorprendentemente masiva campaña publicitaria que ha precedido al desembarco en salas españoles de Juan de los Muertos haya incidido en su condición de “primera película cubana sobre zombis” de la historia. Máxime cuando, precisamente, es en dicha particularidad donde reside su mayor atractivo. No tanto por el exotismo que su procedencia pudiera ejercer a ojos del espectador medio, obviamente, sino por el modo en el que su nacionalidad se deja sentir en su metraje. Y es que, si algo hay de destacable dentro de esta irregular aunque estimable obra es su alegórica representación de la situación social que se vive en la isla del Caribe.


Con una mirada irónica, pero también plena de ternura y nostalgia, la película retrata el desalentador panorama con el que millones de cubanos tienen que enfrentarse en su día a día para sobrevivir. Todos ellos, en mayor o menor medida, son representados por Juan, su protagonista, un pícaro de poca monta que al mando de un variopinto grupo de desharrapados como él, combatirá y sacará provecho de la extraña epidemia que azota las calles de La Habana, provocando que los muertos vuelvan a la vida. Superviviente por necesidad y convicción, tal y como él mismo recordará en diversos momentos en los que alude a algunos de los periodos más delicados de la dictadura castrista, Juan verá en la invasión zombi una oportunidad para ganarse la vida, al igual que antes lo hacía timando a los turistas que se cruzaban en su camino. A través de sus peripecias, son puestas de manifiesto distintas caras de la realidad cubana. Temas como la emigración en busca de horizontes mejores, la paranoia de la invasión imperialista, la utilización de Cuba como prostíbulo para occidentales (y, más concretamente, españoles), o los fuertes lazos de solidaridad existentes entre los habitantes de la isla, van desfilando a lo largo de una historia que, en última instancia, aboga por la necesidad de un cambio en la mentalidad inmovilista del cubano, como paso ineludible para que se produzca un vuelco en la cada vez más preocupante situación en la que se encuentra sumido el país.

Pero si en este retrato costumbrista del pueblo cubano se encierra en buena medida lo más interesante del conjunto, menos conseguido, en cambio, resulta su parte de comedia, en la que intenta equiparse sin conseguirlo a ciertos referentes anglosajones, con Zombies Party (Shaun of the Dead, 2004) a la cabeza –nótese la parecida sonoridad que su título internacional, “Juan of the Dead”, guarda con el original del film de Edgar Wright, Shaun of the Dead - haciendo gala de un humor zafio y facilón, que solo consigue descollar en muy contados momentos; véase a este respecto la (indecente) proposición que, a la luz de las estrellas, le hace Lázaro a su inseparable amigo Juan una vez sepa que va a transformarse en zombi. De este modo, lo que podría haber deparado un buen y contundente cortometraje, se agranda con un entramado central falto de ideas, formado por una continua sucesión de gags humorísticos que nada aportan al desarrollo de la historia. Lo mismo ocurre con la tortuosa relación mantenida entre Juan y su hija, emigrada años atrás junto a su madre a España, planteada en unos términos tan torpes y estereotipados que más parece propia de un culebrón latinoamericano o, sin ir más lejos, de Física o química, serie que sirvió de trampolín a la actriz española encargada de encarnar al personaje, Andrea Duro.
No obstante, por encima mismo de sus posibles virtudes y defectos, el auténtico valor que atesora Juan de los Muertos es el que su propia existencia venga a demostrar que algo, ni que sea mínimo, está cambiando en Cuba. Su estreno con total normalidad en aquellas tierras ya valdría para justificar por si mismo esta sentencia, habida cuenta de las muchas puyas que de forma más o menos subrepticia son lanzadas hacía un régimen para el que cualquier conato de crítica es símbolo de disidencia. Pero quizás sea aún más importante por cuanto significa el que se trate de la primera producción independiente autorizada por el gobierno en más de medio siglo de dictadura. En efecto, da la sensación de que algo está cambiando en Cuba.
Escrito por José Luis Salvador y Lazoworks, para Pasadizo.com

2 comentarios:

miquel zueras dijo...

Coincido contigo en que la parte más floja es la cómica que me pareció demasiado facilona. Lo mejor es Antonio Dechent y algunos momentos aislados pero me gustaron mucho más "Zombie Party" y la reciente "Attack the Block". Saludos. Borgo.

angelpito injurioso dijo...

A ver si veo este flin.En la sexta después de las campandas para el 2012 pusieron el remake del Synder(que no la Sinde,que esa ya es otra zombi,para resucitar su ley en breve por los nuevos caminantes del gobierno actual)Recientemente he visto alguno de los film que comentas y alguno mas como el francés "la horda" u otros como "The dead" y "Extinction - The G.M.O. Chronicles". Y esperando(desesperando) a que estrenen en usa nuevos episodios de "The walking dead",que según dicen,aun tardaran un mes,eso si,son unos linces,pues en Fox España la emiten ya doblada a la vez que por Estados unidos.