Desde que Danny Boyle
resurgiera el género zombie (o de “infectados” para los más
puestos en el tema), con 28 días después (28 days later,
2002), se podría decir que los no muertos han invadido literalmente
las salas de cine y, aún si cabe, el formato doméstico. Este
subgénero, al que diera carta de naturaleza de un modo casi
accidental George A. Romero con la seminal La noche de los muertos
vivientes (The Night of the Living Dead, 1968), tiene en
nuestros días un boom equiparable, o quizás aún mayor, al vivido a
finales de los setenta y principios de los ochenta, gracias de nuevo
a Romero y su Zombi (Dawn of the Dead, 1978). No es
pues de extrañar que fuera el libre pero muy acertado remake
realizado por Zack Snyder sobre ésta – Amanecer de los muertos
(Dawn of the dead, 2004) -, el que volviera a poner de moda
definitivamente a los muertos vivientes. Desde entonces hemos visto
zombies de todas las formas y categorías: los hay que hablan, que
corren, e incluso los que han sido domesticados.
Sin embargo, el auge
vivido por la temática en los primeros compases del nuevo milenio
(el cual, además de al denominado séptimo arte, ha tendido también
sus redes a otros campos adyacentes como la literatura, la televisión
y los comics), no solo se ha limitado a las muy diferentes ópticas
con las que han sido abordadas tan putrefactas criaturas. Otra
muestra de tal circunstancia se encuentra en el surgimiento de un
sinfín de ejemplares procedentes de cinematografías que, hasta el
momento, contaban con poca o ningunaa tradición dentro del ámbito
fantástico. La noruega Zombis Nazis (Dead
Snow, 2009) de Tommy Wirkola, la
pakistaní Zibahkhana
(2007) de Omar Khan o la producción de mayoría Serbia Zone
of the Dead (2009), dirigida por el
tándem formado por Milan Konjevic y Milan Todorovic, son solo tres
de los títulos que componen un listado al que ahora se une Juan
de los Muertos (2011), segunda película
del cubano Alejandro Brugués.
En
este sentido, no deja de ser significativo el que el grueso de la,
por otra parte, sorprendentemente masiva campaña publicitaria que ha
precedido al desembarco en salas españoles de Juan
de los Muertos haya incidido en su
condición de “primera película cubana sobre zombis” de la
historia. Máxime cuando, precisamente, es en dicha particularidad
donde reside su mayor atractivo. No tanto por el exotismo que su
procedencia pudiera ejercer a ojos del espectador medio, obviamente,
sino por el modo en el que su nacionalidad se deja sentir en su
metraje. Y es que, si algo hay de destacable dentro de esta irregular
aunque estimable obra es su alegórica representación de la
situación social que se vive en la isla del Caribe.
Con
una mirada irónica, pero también plena de ternura y nostalgia, la
película retrata el desalentador panorama con el que millones
de cubanos tienen que enfrentarse en su día a día para sobrevivir.
Todos ellos, en mayor o menor medida, son representados por Juan, su
protagonista, un pícaro de poca monta que al mando de un variopinto
grupo de desharrapados como él, combatirá y sacará provecho de la
extraña epidemia que azota las calles de La Habana, provocando que
los muertos vuelvan a la vida. Superviviente por necesidad y
convicción, tal y como él mismo recordará en diversos momentos en
los que alude a algunos de los periodos más delicados de la
dictadura castrista, Juan verá en la invasión zombi una oportunidad
para ganarse la vida, al igual que antes lo hacía timando a los
turistas que se cruzaban en su camino. A través de sus peripecias,
son puestas de manifiesto distintas caras de la realidad cubana.
Temas como la emigración en busca de horizontes mejores, la paranoia
de la invasión imperialista, la utilización de Cuba como prostíbulo
para occidentales (y, más concretamente, españoles), o los fuertes
lazos de solidaridad existentes entre los habitantes de la isla, van
desfilando a lo largo de una historia que, en última instancia,
aboga por la necesidad de un cambio en la mentalidad inmovilista del
cubano, como paso ineludible para que se produzca un vuelco en la
cada vez más preocupante situación en la que se encuentra sumido el
país.
Pero si en este retrato costumbrista del pueblo cubano se encierra en
buena medida lo más interesante del conjunto, menos conseguido, en
cambio, resulta su parte de comedia, en la que intenta equiparse sin
conseguirlo a ciertos referentes anglosajones, con Zombies Party
(Shaun of the Dead, 2004) a la cabeza –nótese la parecida
sonoridad que su título internacional, “Juan of the Dead”,
guarda con el original del film de Edgar Wright, Shaun of the Dead
- haciendo gala de un humor zafio y facilón, que solo consigue
descollar en muy contados momentos; véase a este respecto la
(indecente) proposición que, a la luz de las estrellas, le hace
Lázaro a su inseparable amigo Juan una vez sepa que va a
transformarse en zombi. De este modo, lo que podría haber deparado
un buen y contundente cortometraje, se agranda con un entramado
central falto de ideas, formado por una continua sucesión de gags
humorísticos que nada aportan al desarrollo de la historia. Lo mismo
ocurre con la tortuosa relación mantenida entre Juan y su hija,
emigrada años atrás junto a su madre a España, planteada en unos
términos tan torpes y estereotipados que más parece propia de un
culebrón latinoamericano o, sin ir más lejos, de Física o
química, serie que sirvió de trampolín a la actriz española
encargada de encarnar al personaje, Andrea Duro.
No obstante, por encima mismo de sus posibles virtudes y defectos, el
auténtico valor que atesora Juan de los Muertos es el que su
propia existencia venga a demostrar que algo, ni que sea mínimo,
está cambiando en Cuba. Su estreno con total normalidad en aquellas
tierras ya valdría para justificar por si mismo esta sentencia,
habida cuenta de las muchas puyas que de forma más o menos
subrepticia son lanzadas hacía un régimen para el que cualquier
conato de crítica es símbolo de disidencia. Pero quizás sea aún
más importante por cuanto significa el que se trate de la primera
producción independiente autorizada por el gobierno en más de medio
siglo de dictadura. En efecto, da la sensación de que algo está
cambiando en Cuba.
Escrito por José Luis Salvador y Lazoworks, para Pasadizo.com
2 comentarios:
Coincido contigo en que la parte más floja es la cómica que me pareció demasiado facilona. Lo mejor es Antonio Dechent y algunos momentos aislados pero me gustaron mucho más "Zombie Party" y la reciente "Attack the Block". Saludos. Borgo.
A ver si veo este flin.En la sexta después de las campandas para el 2012 pusieron el remake del Synder(que no la Sinde,que esa ya es otra zombi,para resucitar su ley en breve por los nuevos caminantes del gobierno actual)Recientemente he visto alguno de los film que comentas y alguno mas como el francés "la horda" u otros como "The dead" y "Extinction - The G.M.O. Chronicles". Y esperando(desesperando) a que estrenen en usa nuevos episodios de "The walking dead",que según dicen,aun tardaran un mes,eso si,son unos linces,pues en Fox España la emiten ya doblada a la vez que por Estados unidos.
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