Madrid en pelota picá (A.k.a Madrid al desnudo)

Un hijo de papá con ideales izquierdistas, pone en problemas a su padre, un adinerado constructor. Su chofer, por otro lado, fantasea con llevar una vida alejada de la que le ata a su mujer, cuando deja embarazada a la bella hija de un ex-boxeador cabreado. Un "galán" vive una desfasada vida sexual con un sin fín de prostitutas y cuando finalmente consigue la mujer adecuada no consigue empalmar. Un importante periodista consigue que una joven actriz llegue a la fama, gracias a unos pequeños "favores". Un borracho muere en el cagadero mientras se tira un largo y sonoro pedo... Todo esto y mucho más en... ¡MADRID AL DESNUDO!

Hace relativamente poco tuve la oportunidad de poder ver Madrid al desnudo, una de las películas que me faltaban por ver del recientemente fallecido Paul Naschy y definitivamente llegué a la conclusión de que pocas veces nuestro prolífico actor llevó a buen puerto sus proyectos no fantásticos. Madrid al denudo es uno de esos casos, ya que a pesar de contar con un guión del propio Naschy y Eduarda Targioni que tan buenos resultados dió en su siguiente colaboración, El Caminante, y de venir de dirigir dos obras maestras de la talla de Inquisición y El huerto del francés, este film no consigue llegar a ser el incisivo retrato de la sociedad aburguesada y profascista de la época que en un principio promete.

Sin embargo, se agradece ciertos aciertos y secuencias de lo más gráficas, -véase la accidental micción en plena fiesta jet set por parte de una borracha amargada, o el grafitero hijo comunista y esnob de Fernando Fernan-Gomez -, y por otro lado, Alejandro Ulloa logra una vez más envolver al film con una notable fotografía. Tampoco hay que menospreciar un elenco de estupendos actores de la talla del ya nombrado Fernando Fernan-Gomez, Agustin Gonzalez, Fernando Hilbeck o una cuarentona Rosanna Yanni (¡valgame con la Yanni!). Incluso recuerdo alguna escena muy bien rodada, como en la que nuestro querido Naschy se enfrenta a una tunda de maleantes que finalmente le dejan en cueros. Pero como digo, el resultado final no deja de ser bastante decepcionante, ya que en contadas ocasiones se consigue crear en el espectador el más mínimo estimulo con lo que se cuenta. Toda la trama resulta de lo más llana y solo llegamos a sentir cierto interés por la frugal relación entre el chófer que interpreta Paul Naschy y Silvia Aguilar (como me gusta esta mujer).

Aún así, me contento pensando que quizás en aquellos tiempos realizar una película de esta indole no fuera tarea fácil. Ya que tal y como dice Naschy en su biografía, recibió numerosas amenazas para que no continuara con el rodaje.