martes, 19 de abril de 2016

BONE TOMAHAWK (2015)


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Sinopsis: Año 1850. La llegada de un forastero a la pequeña localidad de Bright Hope levanta las sospechas del sheriff Franklin Hunt, que le detiene después de una disputa. Una mujer cuida del preso en la cárcel hasta que durante la noche desaparecen junto con el alguacil. Con la única pista de una flecha que parece pertenecer a una violenta tribu de indios antropófagos, el sheriff irá a la búsqueda de los desaparecidos, acompañado de su viejo ayudante, un curtido pistolero y el marido de la desaparecida…
 
Por norma general, el cine no ha dado muchas muestras de westerns que se hayan visto mezclados con otros géneros menos respetables como pueden ser el terror o la ciencia ficción, quedando relegado cualquier resultado que pudiera surgir de esa mixtura a subproductos o cintas que rayaban la serie Z, sirva de prueba Cinco tumbas sangrientas (Five Bloody Graves, 1969), el western-horror dirigido por Al Adamson que, además de ponernos frente a un sádico indio, colocaba a la Parca como narradora del film. 
 

Sin embargo, de un tiempo a esta parte la cosa parece haber cambiado y esta tesitura se ha normalizado, propiciado en gran medida por el mestizaje intergenérico que guía el acercamiento a los géneros clásicos de las nuevas generaciones de directores. Sin ir más lejos, ahí tenemos el ejemplo de Los odiosos ocho (The Hateful Eight, Quentin Tarantino, 2015), una producción del pasado año que comparte con Bone Tomahawk no solo la identidad de uno de sus protagonistas, Kurt Russell, antiguo actor fetiche de John Carpenter, sino además una premisa y una puesta en escena de corte clásico (en el caso de Tarantino llegando incluso a estar rodada en unos gloriosos 70 mm Ultrapanavison), para girar en su tercio final hacia el gore más sangriento.


De ese modo, si en la citada película de Tarantino podíamos ver sendos homenajes a La cosa (The Thing, John Carpenter, 1982) o Terroríficamente muertos (Evil Dead II, Sam Raimi, 1987), en la ópera prima de S. Craig Zahler partimos de un argumento que recuerda en bastantes aspectos al de Centauros del desierto (The Searchers, John Ford, 1956), para después centrarse en el largo periplo de muerte y desesperación de sus protagonistas – cosa que, por cierto, me recordó a Chato, el apache (Chato’s Land, Michael Winner, 1972) -, adentrándonos finalmente en las entrañas del mismísimo infierno con la llegada del grupo a los dominios de una tribu caníbal aún más sádica que la que pudimos ver en la polémica Holocausto caníbal (Cannibal Holocaust, Ruggero Deodato, 1980).


Craig Zahler, además de director, guionista y compositor de la banda sonora de la película (esto último junto a Jeff Herriott), nos coloca tras los pasos de una partida en busca de un grupo formado por un prisionero, el alguacil del sheriff y la doctora que se encargaba de los cuidados del primero, después de que estos hayan sido raptados por una tribu de indios. Y es que, aunque según declaraciones de Craig Zahler recogidas en la nota de prensa, su primera intención era la de hacer una película de terror influenciada por las obras (directas a vídeo) de Brian Paulin,[1] su amplio bagaje como guionista[2] y sus trabajos como escritor de novelas del oeste[3] le animaron a ponerse manos a la obra con la escritura de un western que mezclara ambos géneros.


El resultado no podía ser más estimulante, por un lado por la monstruosa caracterización de esa tribu salvaje que deforma su apariencia con restos de  esqueletos animales incrustados en la propia piel y que emite gritos guturales como si de bestias se trataran, y, por otro, por la sabia manera que tiene S. Craig Zahler de introducirnos en la historia y de ese modo profundizar en los personajes, con los que, ya de paso, hace un retrato de sus diferentes relaciones de pareja: tenemos a un pistolero soltero, racista y algo arrogante (Matthew Fox) que, tal y como llega a decir, se considera más inteligente que el resto de su compañeros al no haber estado casado nunca, al contrario que ellos; un sheriff que “abandona” a su mujer enferma a pesar de que ella le persuada para que no lo haga (Kurt Russell); su fiel y anciano ayudante, viudo además y, al parecer, atendiendo a sus palabras, un digno esposo (Richard Jenkins); y, por último, un vaquero que decide acompañar a los demás a pesar de estar gravemente herido (Patrick Wilson), puesto que su mujer (Lili Simmons) es una de las personas raptadas por los caníbales.


Es, precisamente, en este última pareja – cuyo idilio se ve algo enturbiada por las inseguridades de él respecto a sus sentimientos, pues el hombre se muestra reticente a la hora de leerle a la mujer una antigua carta de amor que le había escrito-, en los que Craig Zahler se apoya para marcar el conflicto y el leit motiv de la cinta, utilizando su relación de espejo en el que reflejar las de sus compañeros de viaje. Pero la cosa no se limita a este grupo de viajeros, S. Craig Zahler va abandonando paulatinamente el tono pausado y crepuscular de la cinta conforme avanza la acción y lleva esta confrontación al extremo cuando los “exploradores” de Bone Tomahawk llegan a la cueva habitada por la tribu antropófaga y descubren la estampa más atroz que pudieran imaginarse, al revelarse que los indios utilizan a sus mujeres como meros objetos de procreación.


Estamos pues ante el deslumbrante debut de un gran creador de atmósferas y un narrador excepcional, que no por menos resultó digno ganador del premio al mejor director en la pasada edición del Festival de Sitges – 2015. Habrá que estar muy atentos a sus siguientes pasos.

[1] Director de películas de terror extremo rodado con muy bajo presupuesto. En su haber cuenta con At Dawn They Sleep (2000), Fetus (2008) o Blood Pigs (2010).
[2] De una veintena de guiones que dice haber escrito, sólo uno llegó a convertirse en película bajo el título Asylum Blackout (Alexandre Courtès, 2011).
[3] A Congregation of Jackals y Wraiths of the Broken Land.

1 comentario:

miquel zueras dijo...

Muy buena película con pésima distribución. El personaje de Matthew Fox me recordó al John Carradine de "La diligencia".
Saludos!
Borgo.