sábado, 14 de noviembre de 2015

CRÓNICA SITGES - 2015 - SECCIÓ OFICIAL FANTASTIC COMPETICIÓ



Por Juanmari Ripalda
Fotografías: Juan Pedro Rodríguez.

Seguimos nuestro repaso con algunas de las películas que se pudieron ver dentro de la sección oficial de Sitges. La primera es Bone Tomahawk, un terrorífico western con caníbales dirigido por el debutante S. Craig Zahler y protagonizado por Patrick Wilson, Kurt Russell y Richard Jenkins. Aunque su desarrollo sea pausado y crepuscular, esta suerte de Centauros del desierto con antropófagos nos adentra en un viaje que desemboca en las entrañas del mismísimo infierno, con un tramo final que es una bacanal de sangre y tripas, que el respetable aplaudió con entusiasmo. Deseando ver el siguiente western en el que interviene Russell: The Hateful Eight, de don Quentin Tarantino.


Jon Watts, director de la algo insulsa Clown, consigue al fin encontrar el tono en la interesante Cop Car. Esta película en la que encontramos a un magistral Kevin Bacon en el papel de un despiadado policía corrupto, supone el periplo de dos muchachos que, montados en un coche de policía (aparentemente abandonado), deambulan hacia la pérdida de la inocencia. Muy interesante.

Bernard Rose, al que muchos aficionados recordamos por Candyman, volvió a Sitges con Frankenstein, enésima adaptación libre de la novela de Mary Shelley, que nos trae al “monstruo” a la época actual y le otorga el protagonismo que se ha perdido a lo largo de todos estos años. El resultado es una película que deambula entre el drama y la ciencia ficción, con alguna fuga al gore más festivo. Aunque el resultado es algo irregular, merece la pena verse.

Después de Blue Ruin, Jeremy Saulnier se pasa al color verde en Green Room. En esta intensa película un grupo de punk se queda atrapado en una habitación mientras una peligrosa pandilla de skin heads les intentan dar caza. Saulnier consigue una tensa película gracias a su buen hacer tras las cámaras y sus escapes a la violencia extrema. Esta especie de Asalto a la comisaría del distrito 13 de Carpenter con punks y skins es quizás de lo mejor que dio la edición. Imprescindible.

Eli Roth sigue intentando dar en la diana tras las dos estimables entregas Hostel y Cabin Fever, y lo cierto es que no lo consigue. Su unión con el chileno Nicolás Lopez parece que ha jugado en su contra (prueba de ello es la ridícula Infierno Verde) y  Knock Knock, un remake de la setentera Death Game, no iba a ser una excepción. Aunque en un principio empieza bien, el asalto que sufre un idílico padre de familia (interpretado por Keanu Reeves) por parte de dos Lolitas psicóticas termina con un frívolo mensaje feminista y un chiste tonto sobre las redes sociales. Tan anodina como insulsa, merece la pena eso sí por los convincentes papeles de Lorena Izzo y nuestra Ana de Armas. 

Sorprendente giro de Sion Sono (galardonado con La màquina del Temps en la presente edición del festival) hacia un film con una fuerte carga feminista. Después de uno de los inicios más impactantes después del de Suicide Club, Tag nos adentra en el mundo del gamer (así es como se denomina a los que juegan a las consolas) y denuncia la peyorativa imagen de la mujer. Otra cosa no, pero desde luego hay que valorar la valentía de Sono a la hora de hacer una película como está en un país tan machista como Japón.


Sean Byrne, director de la muy recomendable The Loved Ones (también vista en una pasada edición de Sitges), vuelve a ponerse tras las cámaras con una potente e hipnótica cinta satánica llamada The Devil’s Candy. Con ella Byrne penetra en el terror a ritmo del heavy metal más cañero y además es capaz de acallar los susurros del mismísimo diablo. Para el que esto escribo la mejor película del festival.

Presentada como un nuevo soplo al cine de terror y comparada con La cabaña en el bosque, lo cierto es que The Final Girls de Todd Strauss-Schulson, no es ni tan original ni tan rompedora. Esta especie de El último gran héroe del slasher, supone eso sí, una puesta al día del papel de la mujer en este subgénero (algo que ya se había hecho, todo hay que decirlo), con una puesta en escena brillante.

Una de las delicias de la presente edición fue The Hallow de Corin Hardy. Esta especie de cócktel en el que se puede notar la influencia de Sam Raimi, Cronenberg, así como de El resplandor y Pacto de sangre del llorado Stan Winston. Esta monster movie con sabor a whisky escocés pasó sin levantar demasiadas pasiones aunque a mí me robó el corazón. 

The Invitation, ganadora del premio a la mejor película de la Sección Oficial, es una interesante muestra de cine indie que encandiló al público. Con tan solo un único escenario, The Invitation tiene un desarrollo de esos que se cocinan a fuego lento y que va aumentando hasta llevarnos a un final desgarrador. Lo más llamativo es que la responsable de este thriller tan íntimo sea la misma que años atrás había dirigido Aeon Flux o la fallida Jennifer’s Body con Megan Fox. Interesante.

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