lunes, 7 de septiembre de 2015

MAESTRO DEL FANTÁSTICO "NOCTURNA 2015": ROBERT ENGLUND



“Nocturna” le ha premiado con el galardón “Maestros del fantástico” como reconocimiento a toda su trayectoria coincidiendo con el treinta aniversario del nacimiento de Freddy Krueger. ¿Es consciente de que para varias generaciones de espectadores representa todo un icono?
No sé… Me considero a mí mismo tan sólo un actor veterano y trabajador, no un icono. Ningún actor tiene la vocación de convertirse en fenómeno cultural.

No obstante, estará de acuerdo en que muchas de sus películas han ejercido una enorme influencia en la educación cinematográfica de muchos jóvenes que crecieron ante sus imágenes y que hoy en día veneran aquellos títulos. En su caso, ¿cuáles fueron esos films que de algún modo le marcaron durante su infancia?
Recuerdo de manera especial 20.000 leguas de viaje submarino de Julio Verne, la versión dirigida por Richard Fleischer para la Disney. Ese calamar gigante, Kirk Douglas y James Mason a bordo del submarino… Superó todo lo que yo pudiera haberme imaginado hasta ese momento. Tenía tan sólo cinco años, pero me marcó para siempre: una experiencia así no se olvida fácilmente. En este sentido debo citar también Planeta prohibido, que de hecho, y no sé si sabrás, es una versión en clave de ciencia ficción de La tempestad de Shakespeare. Es otra de las películas que, por esa misma época, también me llamaron la atención cuando apenas era un niño. Luego ya de más mayor me produjeron una profunda impresión La semilla del diablo de Roman Polanski y Suspense de Jack Clayton, protagonizada por Deborah Kerr: me pareció una película tan bella como terrorífica.

A decir de estos referentes, queda claro que desde bien joven era ya un consumado aficionado al género…
Cierto. Recuerdo haber sido de joven un gran fan del género. Además, más tarde Wes Craven me enseñó a tratar el cine de terror con respeto. Ahora el terror, al igual que la ciencia ficción o la fantasía, tienen la máxima consideración tanto del público a nivel mundial como de los estudios de Hollywood, y eso es gracias principalmente al apoyo tenaz de los aficionados a estos géneros. El horror ha venido a reemplazar al musical y al western como principal género en Hollywood, y creo que es también el género ideal para que los jóvenes realizadores puedan desarrollar todo su talento e imaginación.
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Me gustaría que me hablara de su trayectoria como director. ¿Cuál es el motivo por el que se ha prodigado tan poco al otro lado de la cámara?
Particularmente tengo varios problemas con dirigir. El primero de todos es que sólo me contratan para hacer terror, y aunque me encanta el género, realmente no es mi especialidad; no por el terror en sí mismo, sino por los efectos especiales. En vez de sentirme libre como artista, o poder dedicar más tiempo a los actores, estoy todo el rato pendiente de los efectos, y preocupado por cómo se va consumiendo el tiempo que yo dedicaría a otros aspectos de la producción para que los efectos funcionen correctamente. De todo el proceso de crear una película, la preproducción podría ser lo mejor, pero por desgracia se pierde demasiado tiempo en reuniones. Toda la parte del casting es muy incómoda para mí porque, como actor, me pongo en el lugar de quien está siendo examinado y no me gusta cómo se sienten. Es doloroso. Así, lo que realmente disfruto es la posproducción: puedes relajarte, estar sentado y además no tienes que trabajar tanto. Aparte, y por muy mala pinta que tenga el material que has rodado, puedes mejorarlo tranquilamente mediante toda clase de efectos de sonido o puedes recurrir a cualquier tipo de música para enmascarar un poco el error. O también puedes decir que una escena no te gusta cómo está rodada, pero te das cuenta de que puedes remontarla y usarla en cambio a modo de flashback. Así que la posproducción es lo único que realmente disfruto. El resto se compone de aburridas reuniones, marketing, estudios de mercado, toda una locura que no acabo de comprender.
Por otro lado, me siento, por encima de todo, permanentemente y casi fisiológicamente, un actor. Por decirlo de algún modo, mi reloj biológico va al ritmo de un actor. Y dirigir una película te roba como mínimo un año de tu vida. Tienes que buscar financiación, luego la preproducción, el rodaje, la publicidad, la posproducción… En cambio, para un actor una película solo supone rodar y hacer un poco de promoción. Sólo vivimos una vida y yo ya soy perro viejo. Ya no me veo capaz de hacer eso. No puedo malgastar un año entero de mi vida de esa forma. Así que resulta muy difícil para mí comprometerme toda esa cantidad de tiempo en un sólo proyecto.  Es por este motivo por el que apoyo tanto a los chicos que empiezan de manera independiente, porque realmente creo que ser director de cine es un trabajo ideal para gente joven. Como actor, tú puedes trabajar durante toda tu vida e incluso puedes morir actuando, como supongo será mi caso. Pero la energía necesaria para rodar una película, en mi opinión, sólo la tienes cuando eres joven. Por eso mismo, repito, disfruto mucho más actuando que consagrando un año entero de mi vida levantando un proyecto, que además quizás nunca llegue a materializarse.

¿Descarta entonces volver a dirigir en un futuro?
Es cierto que a veces algún proyecto interesante aterriza en mi escritorio. Es lo que me ocurrió hace algunos años, y junto con un magnífico productor consagré un año entero trabajando en un gran guion y buscando localizaciones en Italia donde poder rodarlo: de Turín a Calabria, de Sicilia a Umbría… Total, gasté todo un año de mi vida al final para nada. Así que tomé la decisión de no volver a perder el tiempo de esa forma, lo que me ha llevado a rechazar muchos trabajos de director debido a esta forma de pensar; desde grandes series de televisión a hacer alguna que otra película. Incluso rechacé dirigir una obra teatral cuyo protagonista iba a ser el personaje de Van Helsing. Por todo ello no, no creo que vuelva a dirigir de nuevo. Aparte, no estoy demasiado familiarizado con las nuevas tecnologías, por lo que tendría que volver a la escuela para actualizarme en ese aspecto. Lo que seguramente sí que haga en el futuro es dirigir alguna obra de teatro.

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Centrándonos en su faceta interpretativa, ¿qué criterios sigue a la hora de escoger las películas en las que aparece?
Sencillo. Depende de si considero que el proyecto puede ser interesante o no. O al menos a priori. A veces, cuando el trabajo está hecho y veo el resultado, me siento un poco decepcionado y en otras ocasiones sucede justo lo contrario. Esto me pasó hace cuatro años con un film titulado Detrás de la máscara: El encubrimiento de Leslie Vernon, una película de terror meta-deconstructiva bastante interesante que emplea todos los gimmicks y las constantes que hemos podido ver durante estas últimas décadas en los films protagonizados por la figura del psycho-killer. En otras ocasiones hago películas únicamente para colaborar con actores que adoro, en Inglaterra o donde sea.

En este sentido, en los últimos años te has singularizado por trabajar en pequeños títulos realizados por jóvenes directores. ¿A qué se debe esta preferencia?
Cuando hago estas películas pequeñas con directores jóvenes lo que más me gusta es que ellos me escuchan, oyen mis consejos y me agradecen que, de alguna manera, les transmita mi experiencia. Aunque a cambio ellos también me enseñan mucho, sobre todo en temas de tecnología moderna en los que me ponen al día.
A este respecto guardo una bonita anécdota. Hace años estaba haciendo una película en Alemania con Lance Henriksen, ya sabes, el tipo de Aliens o de Millenium, la mejor serie cancelada de todos los tiempos. Pues bien, estábamos un día de junio en Alemania detrás del hotel donde nos hospedábamos, disfrutando en un parque a la sombra de los árboles y admirando a una bella muchacha que montaba en bicicleta. Entonces, en este ambiente bucólico, Lance me abre su corazón y me dice: “¿Sabes por qué hago tantas películas de bajo presupuesto, Robert? Porque cada tres o cuatro que hago surge la oportunidad de trabajar con un joven que tiene verdadero talento y que además me trata con el máximo de los respetos”. Y es cierto.
Además, colaborando en este tipo de films se disfruta verdaderamente del trabajo en equipo, del trabajo conjunto. Es casi como una familia, no como si estuvieras en una gran superproducción protagonizada por una megaestrella como Leonardo Di Caprio, donde te tratan como a una pieza más del engranaje. En este tipo de producciones independientes surge más colaboración y creatividad que en los grandes rodajes porque el director quiere ayudarte a ti y tú a la vez quieres ayudarlo a él.

Robert Englund junto a Phil Hawkins durante la rueda de prensa de "The Last Showing".

Entre estos incipientes cineastas se encuentra Phil Hawkins, responsable de The Last Showing, de quien en otras declaraciones ha destacado lo bueno que le parece su trabajo. ¿Qué cualidades ve en él que no encuentre en otros directores jóvenes con los que ha coincidido en los últimos tiempos?
Hay un viejo consejo que leí en una entrevista a Paul Newman en Playboy, en la que decía que, a la hora de leer un guion, había que hacerlo de una vez y de principio a fin, ya que seguramente tardes en hacerlo el tiempo que dure la película una vez hecha, y así serás capaz de hacerte una idea aproximada del ritmo que tendrá el futuro film. Así que, cuando me llegó el libreto de The Last Showing, no me costó demasiado seguir el consejo de Newman; lo empecé a leer y no pude parar ni un sólo minuto mientras veía cómo la película iba tomando forma en mi cabeza. Pedí hablar con Phil, y en cinco minutos de conversación nos dimos cuenta de que ambos teníamos los mismos gustos, nos gustaban las mismas películas, así que fui consciente de que él era la clase de caballero con el que sería un placer trabajar. Normalmente y, tras una semana de rodaje, como actor se empieza a ver la película a través de los ojos del director, comienzas a ser consciente de tu sitio en su película, de cómo tienes que moverte dentro del encuadre. Pues bien, gracias a Phil todo ese proceso sucedió mucho más rápido que en la mayoría de las películas en las que he trabajado con anterioridad. También ayudó mucho en el rodaje la buena relación y el mutuo entendimiento que Phil mantenía con su director de fotografía, siempre colaborando en pos de mejorar los planos de una toma a otra, lo cual también te mantiene en alerta y sin duda te beneficia como actor. He visto algo de metraje del próximo proyecto de ambos, Baptism, y creo que es algo muy destacable, lo cual me llena todavía más de orgullo al haberme involucrado en una película como The Last Showing.

¿Cómo preparó el personaje de Stuart, el papel que interpreta en la película?
Trabajé de dentro afuera, inspirándome sobre todo en el trabajo del gran actor/director Richard Attenborough en la película de Bryan Forbes Plan siniestro. Su manera de representar al villano en ese film tiene mucho que ver con esa frase referente a Hitler, “la banalidad del mal”. Así que esa película y ese concepto fueron para mí la clave a la hora de crear a Stuart, el proyeccionista. Me inspiré en Attenborough, y en ese personaje en concreto, porque creo que el guion que escribió Phil es tan bueno y ajustado que te permite trabajar mucho con el silencio, no sólo con los diálogos o los discursos grandilocuentes.
Mi actuación fue en cierto modo subversiva, ya que lo importante era ver la película a través de los ojos de Stuart, en lugar de a través del personaje joven y guapo que se supone que es el protagonista. Las frustraciones de mi personaje eran también las frustraciones del propio Phil, que fue quien escribió el guion, así que el mayor desafío en este caso fue reinterpretar esas frustraciones para lograr el milagro de que al público acabara sintiendo empatía por Stuart.

Englund escribiendo una dedicatoria a uno de los muchos fans que acudieron al encuentro con el astro en la FNAC de Callao.

El subtexto de The Last Showing reflexiona acerca del modo en que ha cambiado el modo de consumir cine por parte de los espectadores durante los últimos años, en parte por las nuevas tecnologías. ¿Cuál es su opinión al respecto?
Una de las ventajas de la gran variedad de plataformas que tenemos en la actualidad para consumir cine es que, al igual que muchas películas de los ochenta o noventa se beneficiaron del mercado del DVD y del vídeo, ahora las pequeñas películas independientes que lo merecen tienen la oportunidad de tener una vida más larga que la que tuvieron en el momento de su estreno, gracias al video-on-demand o a la televisión por cable. Incluso un pequeño éxito puede obtener beneficios a corto plazo gracias a la existencia de estos nuevos canales de distribución y a los fans específicos de este tipo de películas. Por poner un ejemplo, mi mánager produjo y escribió hace diez años una película, The Suicide Kings, con Christopher Walken, que no tuvo demasiado éxito en taquilla en el momento de su estreno. Sin embargo, años después, ha gozado de una segunda vida comercial gracias a que fue emitida en la televisión de pago, lo que permitió que fuera descubierta por Quentin Tarantino, que la incluyó en un pack junto a Pulp Fiction y Jackie Brown. Así que después de tantos años mi amigo no solamente está recibiendo beneficios, sino que incluso existe la posibilidad de que pueda realizar una secuela de su película.

Estas nuevas formas de distribución están íntimamente relacionadas con su otro título actual presentado en “Nocturna”, Fear Clinic, el cual tiene su origen en una web-serie previa de idéntico nombre. ¿Qué diferencia encuentra entre trabajar para este formato a hacerlo para un film convencional?
Originalmente Fear Clinic era un guion para cine escrito por Aaron Drane, pero ya que le resultaba complicado convencer a un estudio para que lo financiara decidió convertirlo en una serie para internet con el nombre de fearnet.com. Debido a este cambio de formato me vi forzado de alguna forma a cambiar mi manera de pensar, ya que de hecho se trataba de cinco pequeñas películas en sí mismas; llevándolo al terreno literario, éste era un concepto tan diferente como el de la historia corta con respecto a la novela. Además de habérmelo pasado muy bien haciendo estos web-episodios, realmente estoy orgulloso del resultado ya que, aunque resultaba desafiante adaptarse al concepto de contar una historia en un período tan corto de tiempo, ése era nuestro principal objetivo y creo que lo conseguimos plenamente. Intentamos asimismo elevar el nivel medio en cuanto a producción de lo que normalmente solemos ver en internet, que en la mayoría de los casos tiene un aspecto demasiado amateur; en mi opinión la democracia de las nuevas tecnologías debe conllevar también un mínimo de calidad y autoexigencia, como creo que se ve reflejado en Fear Clinic y es algo por lo que, ya digo, estamos muy orgullosos. Además de por haber filmado una película de terror violenta, sucia y desagradable, claro está.

Robert Englund dirigiéndose a los asistentes con el "Maestro del fantástico" con el que Nocturna le homenajeó por toda su trayectoria.

Antes de terminar me gustaría conocer qué le pareció el remake de Pesadilla en Elm Street
Conozco y respeto a todos los actores que participaron en el remake; con Clancy Brown he trabajado haciendo voces para series de dibujos animados. Connie Britton estuvo maravillosa en el papel de la madre, así como Rooney Mara, que más tarde protagonizaría el remake norteamericano de Millenium: los hombres que no amaban a las mujeres. La película disfrutaba de la ventaja de un casting maravilloso compuesto por actores estupendos con los que he trabajado en un momento u otro de mi carrera. Dicho esto, creo que rodaron la película demasiado pronto. Quizás si se estrenara ahora mismo sería mucho mejor recibida de lo que lo fue hace cinco años, ya que en mi opinión creo que el problema principal fue que todo resultó demasiado prematuro, justo después del relanzamiento de los box set de los Blu-rays digitalmente remasterizados de todas las películas de la saga que yo protagonicé, por lo que ni siquiera dio tiempo a que se estableciera una nueva generación de fans cuando decidieron estrenar en cines la nueva versión. Eso sí, soy un hijo de Hollywood, así que comprendo que se tengan que hacer remakes. Hollywood lleva haciéndolos desde siempre. Nuestros abuelos veían remakes de películas mudas y yo mismo he participado en varios, como El fantasma de la ópera o Ha nacido una estrella, con Barbra Streisand. Encuentro pues totalmente lógico que se rueden remakes, ya que tan sólo disponemos de un número limitado de historias que contar.

¿Volveremos entonces a verle enfundarse de nuevo las garras de Freddy?
Lo veo imposible en un remake o un reboot, pero tal vez sí en una precuela.  Quizás no para interpretar a Freddy, pero sí para realizar un cameo como invitado especial encarnando a un personaje del tipo de un viejo profesor, o a alguna especie de experto en sueños.  De todas maneras, no creo que pudiera volver a interpretar de nuevo a Freddy  aunque quisiera, ya que estoy un poco viejo para verme involucrado en escenas de riesgo.

Mientras eso ocurre, ¿en qué próximos proyectos se encuentra involucrado actualmente?
He hecho tres películas este año. La más reciente se titula The Funhouse Massacre, una comedia de terror en la que interpreto al alcaide de una prisión que pienso que sería ideal para proyectar aquí en “Nocturna”. Aparte, también me ha llegado un guion estupendo llamado Midnight Man que es tan bueno como cualquiera de los que escribe Alexandre Aja o Phil Hawkins. Su autor es uno de los chicos que hizo una de las secuelas de Cabin Fever y pienso que puede dar como resultado una gran película.
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Traducción: José Manuel Romero Moreno
Fotografías: Ana Picos y Juan Mari Ripalda

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