La
última película de Nacho Vigalondo ha levantado bastante polvareda
y pasiones de todo tipo. Los hay que enseguida se han apresurado en
denominarla como “La
ventana indiscreta del siglo XXI” o
se han inventado términos como tecnothriller
o
tecnogiallo
para
definirla. Sin embargo, hay otros que la ven como una tomadura de
pelo sin pies ni cabeza, llena de giros incoherentes y “sacados
de la manga”.
En la sala en la que la vi, preguntas como “¿pero
esto qué es?”
acompañaron la proyección formando una extraña banda sonora a lo
largo de la película. Efectivamente, estamos ante una obra
desconcertante; una locura que se desmadra más y más. Pero aún
así, y aunque no lo sepa, ese espectador que se queja en su butaca
está formulando la pregunta correcta: “¿PERO
ESTO QUÉ ES?”.
Nacho
Vigalondo, gran amante del cine de Hitchcock, ha creado un thriller
excesivo muy en la línea de Brian De Palma. Es inevitable que
películas como Doble
cuerpo o
Femme
Fatale,
ambas dirigidas por el realizador estadounidense, se vengan a la
cabeza mientras toda esa vorágine de ventanas se abren frente a uno.
En Open
Windows,
como
ocurre en el cine de De Palma e incluso en el giallo
(otro género que sale bastante a colación a la hora de hablar de
ella), se traza una trama (a menudo débil) que se sujeta sobre giros
increíbles e intrigas desorbitadas. Pero Vigalondo no se conforma
con ello y se sirve además de la ciencia ficción, el mundo de los
videojuegos e, incluso, el del cómic, para realzarla y llevarla aún
más al extremo. Y todo ello para hablarnos de los peligros de
Internet y la falta de privacidad que existe en sus usuarios a la
hora de exponerse en redes sociales y demás diariamente.
Internet nos ofrece una alternativa más excitante en la que podemos
crearnos otra identidad, pero el precio que nos pide a cambio es que
abandonemos nuestra propia vida. En este sentido encontramos un punto
extra en el hecho de que Chord, el hacker
psicópata interpretado por Neil Maskell, aparezca casi toda la
película con el rostro cubierto y que otro hacker
(“pequeño” SPOILER) simplemente no tenga rostro. Ambos juegan a
ser dioses en un mundo que controlan y en el que pueden hacer
prácticamente todo lo que quieran gracias a su anonimato y a
las herramientas que les proporciona Internet y la tecnología,
aunque paradójicamente una vez llegados al desenlace descubrimos que
el único personaje que parece “real” es el de la víctima, Jill
Goddard (Sasha Grey).
Pero
me estoy desviando un poco de lo que pretendo explicar. Al inicio de
este texto decíamos que el espectador confuso (y/o cabreado) de Open
Windows se
estaba planteando la pregunta correcta y esta era “¿PERO
ESTO QUÉ ES?”1.
Todas las películas tienen distintas capas de lecturas, unas más y
otras menos, por supuesto, pero hay algunas que se prestan más a que
podamos indagar en ellas. Cuando escuché “¿pero
esto qué es?”
en la sala yo también lo hice (aunque interiormente, por cierto) y
me puse a darle vueltas. Pensé que no era casual que Open
Windows arrancase
con un ejercicio de metacine, ni que tras ese falso tráiler
pasásemos a la presentación de la misma en el Festival de Austin
(Texas), dónde Nacho Vigalondo, en un pequeño papel de director
(llamado Richi Gabilondo), tiene un rifirrafe con la actriz
protagonista de su película, Jill Goddard. También deberíamos
tener en cuenta que en un momento de esta presentación Richi
Gabilondo dice que no le gusta meter pesadillas en sus películas,
pero Open
Windows termina
siéndolo de algún modo. ¿Casualidad? No lo creo. Como tampoco me
lo pareció el hecho de que en el film se den falsas identidades a lo
Edgar Wallace o que haya un personaje
“amorfo”. Prestemos también atención al tema Ghost
Rider de
Suicide que se repite hasta en tres ocasiones a lo largo de la cinta,
y al hecho de que en dos de ellas es quitada abruptamente por orden
del personaje de Maskell, que dice textualmente que es una mierda.
Tampoco es del gusto del personaje principal, Nick Chambers (Elijah
Wood), así que, ¿qué pinta esta canción en la película? “¿PERO
ESTO QUÉ ES?”,
esa es la pregunta. La pista nos la da Vigalondo en un último giro
de la trama en la que se desvela el misterio y alguien dice: “Este
CD es mío, se llaman Suicide y son la hostia”.
Es entonces cuando comprendemos que el que habla no es Nick Chambers,
ni Nevada, ni siquiera Elijah Wood… Sino Nacho Vigalondo que, raudo
y veloz, corre a salvar a la chica en peligro.
Open
Windows es
la fantasía que todo director de cine parece anhelar, y es la de
convertirse en el héroe de su función para rescatar a la chica de
la película (prototipo de la mujer de sus sueños que no puede
conseguir, tal vez) y comenzar quizás una bonita historia de amor
con ella. No hace falta irse demasiado lejos para encontrar ejemplos.
Ahí tenemos a Alfred Hitchcock y sus amores platónicos (y
enfermizos) con Janet Leigh, Tippi Hedren o Grace Kelly. Nacho
Vigalondo, al igual que Hitchcock
(y muchos otros directores), se vale de su protagonista (en este caso
Elijah Wood) para ver cumplida su fantasía2.
El director, mediante su protagonista, se deja hacer por el malvado
de la historia
y accede a pasar por todas esas trampas imposibles, para después
tomar el control de forma magistral en ese último giro final de la
película que decíamos.
Open
Windows es
un canto de amor al cine y sobre todo a la figura del director. Su
narración se va viciando conforme avanza y se distancia
progresivamente de la realidad. Pero no nos equivoquemos, lo hace de
un modo premeditado, así que dejémonos llevar por ella del mismo
modo que lo hace su protagonista y gocemos del viaje que nos propone.
Estamos ante un ejercicio de estilo, de cine puro, y cuanta más
realidad le exijamos más lejos estaremos de lograr disfrutarlo. Esa
pregunta
que emerge en el espectador está ahí por algo, así que busquemos
posibles respuestas. Estamos ante una película que gana más y más
con cada visionado, así que ¡bienvenida sea! Por desgracia cosas
como Open
Windows
no ocurren todos los días.
1
Debería aclarar que no siempre se repetía esa misma pregunta
durante la proyección y que había variaciones. Algunas hasta mal
sonantes.
2
En sus dos anteriores películas, Los
cronocrímenes y
Extraterrestre se
daban unas relaciones hombre-mujer de lo más frustrantes.
2 comentarios:
¿Y cómo está en la película la amiga Sasha Grey?. Ya sabíamos de sus dotes anteriores, sublimes por cierto, pero y ahora, ¿cómo se desenvuelve?
Saludos y abrazos consuegro.
Hola Pepe, qué alegría volver a verle por aquí.
Sasha está correctita, nada del otro mundo, pero en el tramo final se desenvuelve bastante bien. Piensa que a la hora de interpretar, los actores no interactuaban sino que lo hacían frente a una cámara, y eso en el caso de Sasha se nota un pelín...
Un abrazo consuegro!
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