viernes, 27 de junio de 2014

ENTREVISTA A PACO CABEZAS



Aprovechando su presencia como miembro del jurado de la Sección Oficial del certamen, durante la pasada edición de “Nocturna” tuvimos el privilegio de poder entrevistar a una de las grandes promesas del panorama cinematográfico nacional, Paco Cabezas. Director de Aparecidos y Carne de neón, además de ser el autor de los guiones de Sexy Killer, Bon appetit y la exitosa Spanish Movie, Cabezas nos habló de su carrera, de su futuro y de Tokarev, su última película, que se estrena hoy mismo y que cuenta con el mismísimo Nicolas Cage de protagonista.

Aunque recientemente has hecho una película en Estados Unidos junto a nada menos que Nicolas Cage, siempre te has visto ligado con el continente americano a la hora de hacer tus películas, más concretamente con Argentina en el caso de Aparecidos y Carne de neón. ¿Cómo surgen estás coproducciones?
Bueno, de diferente manera, y es muy difícil de resumir. La trama de Aparecidos la escribí pensando en todas esas películas de terror que dicen estar basadas en hechos reales pero que nunca es verdad. (Risas). Quería escribir una película de terror donde realmente hubiera algún componente original que no hubiera visto antes. Entonces pensé: “¿Qué pasaría si una película de terror tuviese algo que ver con los asesinatos de la dictadura argentina?” Eso me llevó a Argentina y a rodar con un equipo de gente maravillosa con la que conecté muchísimo y con la que se me abrió el tercer ojo. Además, allí los coches molan muchísimo. Aquí la historia hubiera estado plagada de Seat Pandas… ¡Oh, un Seat Panda, no! (Risas). Y allí de repente te cuelan un Cadillac descapotable como lo más normal del mundo. En Argentina es todo más panorámico y a mí me encanta rodar en panorámico. En Argentina, al igual que en Estados Unidos, tienen una concepción del espacio muy panorámica. Todo es grande y encuadra muy bien. ¡Por eso me fui! (Risas).


El guion de Aparecidos, ambientado en Argentina y que toca la dictadura de este país, se podría haber trasladado tranquilamente a España. ¿Tenías ideada la película en Argentina desde el principio, o inicialmente trataba la dictadura franquista y tuviste que cambiarlo?
Si te digo la verdad, fue por necesidad, por las fechas. Si lo hubiera ambientado en la dictadura franquista los protagonistas hubieran sido dos señores de cincuenta años. Era una idea un poco difícil de vender. Es como la idea que me contó el otro día un chico que me dijo que quería hacer un largometraje con una mujer de ochenta años. Le dije: “Muy bien, muy bien, pero el casting va a ser un infierno y también muy difícil convencer a los productores”. (Risas). Así que la principal razón es que estaba buscando un hecho que hubiera ocurrido en los setenta para no alejarme tanto en el tiempo, y este me pareció muy potente. Y luego también, aunque parezca una tontería, porque los actores argentinos son muy buenos haciendo de malos, como Darío Grandinetti en Carne de neón o en este caso Pablo Cedrón. Así que utilicé el truco de “voy a utilizar al actor argentino”.

Siguiendo con Aparecidos, el tratar un tema tan reciente de la historia argentina ¿no te dio problemas durante el rodaje allá? Es decir, ¿hubo algún tipo de censura o quisieron cambiar algo…?
Es cierto que hubo días complicados, porque algunos miembros del equipo tenían familiares que habían desaparecido durante la dictadura. Por ejemplo, sin ir más lejos, un tío de la niña de la película desapareció. Era algo emocionalmente muy duro para ellos, pero la verdad es que lo afrontaron con mucha valentía y confiaron en un niñato que de repente llegó allí diciendo que quería hacer una película de terror sobre la dictadura argentina. Desde mi punto de vista, creo que lo entendieron como una manera de hacer llegar a las nuevas generaciones una historia tan terrible y potente. Recuerdo el día que rodamos el último plano de la película, en el que se ven a todos los desaparecidos. Teníamos a cuarenta actores maquillados, estaban todos en posición, y entonces le decía a mi ayudante de dirección: “Aquellos dos de allí más a la izquierda, por favor”. Entonces él cogía el megáfono y gritaba: “¡Los desaparecidos del fondo, más a la izquierda!”, y yo pensaba: “Ay, Dios mío, que nos van a matar…” (Risas) Pero la verdad es que todos fueron encantadores y nos trataron muy bien.


Después de Aparecidos decidiste convertir tu premiado corto Carne de neón en un largometraje. Aunque en ella contaste con unos actores potentes y caras muy conocidas, como Mario Casas y Blanca Suarez, el film no tuvo el éxito esperado en nuestro país. ¿A qué crees que se debe?
Creo que fue porque Mario Casas tenía un poco esa concepción de actor para adolescentes. A Mario no le conocía personalmente. De hecho, el primer casting fue con Óscar Jaenada y Victoria Abril. Lo que ocurrió fue que a Óscar le ofrecieron hacer una película con Joel Silver en Estados Unidos1 y las fechas se le complicaron. Entonces vi a Mario haciendo una obra con Vicente Romero, el Angelito de la película, y de repente vi electricidad y mucha fuerza, y que iba a funcionar muy bien. Sobre todo teniendo en cuenta que la película va sobre una madre y un hijo, y Mario Casas era mucho más joven que Jaenada, cosa que le daría mucha más fuerza al conflicto. Pero antes se estrenó a Tres metros sobre el cielo y todos los hombres del mundo comenzaron a odiar a Mario Casas porque les robaba a sus novias por las noches (risas). Hubo una buena parte del público que pensó que Carne de neón iba a ser otro tipo de película. Yo me di un poco cuenta de aquello cuando hicimos el estreno y vi que le empezó a gustar a un público de treinta a cincuenta años. Pensé: “Uy, creo que esta película es más adulta de lo que a lo mejor la gente pueda llegar a pensar”. Pero bueno, sin embargo me ha abierto las puertas de Estados Unidos precisamente por los riesgos que corre la película y los temas que trata.


Dámaso Conde es el actor con el que más has contado a lo largo de tu carrera. ¿De dónde sacaste a este pedazo de actor? ¿Has pensado alguna vez en escribir alguna película con él de protagonista?
(Risas) Sí, lo he pensado, sí. Es un actor que conocí en Sevilla porque él es sevillano como yo. Los dos empezamos estudiando teatro y siempre hemos sido amigos. De alguna manera el personaje de “La Infantita”2 estaba basado en él. No de una manera directa, claro, sino porque él siempre llegaba contando historias rocambolescas cuando trabajaba en el videoclub. Me contaba cosas increíbles que le habían pasado, como que le habían secuestrado, que lo querían matar… Para mí es un actor que tiene muchos registros y a redescubrir. Me encantaría escribirle un largometraje, lo que pasa es que ya sabéis cómo están las cosas por aquí. Ahora mismo, en Estados Unidos por ejemplo, si no tengo a Nicolas Cage o a Sam Rockwell de protagonistas es imposible financiar una película. Pero bueno, quizás cuando me lance al cine súper independiente, o el low cost como dicen, podamos hacerlo algún día (risas).

Antes del estreno de Carne de neón hiciste un llamamiento en tu blog a que nuevos guionistas te enviasen sus trabajos. ¿En qué quedó todo aquello? ¿Leíste algún guion interesante?
(Risas) Joder, madre mía... ¡Eso fue un gran error que cometí! Estaba atravesando lo que yo llamo un momento “Barton Fink”, que es cuando tienes algún bloqueo de creatividad y no te sale nada. Y pensé: “Ahora que no trabajo en un videoclub y conozco a un montón de productores, podría darle una oportunidad a alguien que esté como estaba yo hace tres años”. Entonces, si te soy sincero, me mandaron como seiscientos guiones. ¡Una burrada! Y dije: “¡Qué coño he hecho! Ahora tengo que responderle a toda esta gente y dedicarle tiempo a esto”. Me leí todos y cada uno de ellos. Me leía las veinte primeras páginas y, si me seguía interesando, los terminaba. Acabé solo diez. Muchos eran como what the fuck? (Risas). Pero hubo uno o dos que me parecieron muy buenos y trabé amistad con los guionistas. Me gustaría trabajar algún día con ellos, así que nunca se sabe…


Has escrito los guiones de varias comedias como Sexy Killer o Spanish Movie, y en Carne de neón también había buenas dosis de humor. ¿Es la comedia tu género favorito?
Es que yo escribo como vivo. La vida no tiene un género específico. Puedes estar en el funeral de tu padre y que de repente te entre una risa estúpida. Las situaciones más divertidas pueden ocurrirte en los momentos más dramáticos. Entonces, si para mí la vida no tiene género, el cine tampoco. Cuando escribo un guion (no sé si será porque soy de Sevilla) me sale solo este tipo de humor. Por ejemplo, en Tokarev me ha costado mucho mantener mi lado cómico. Nic y yo hacíamos muchas bromas en el rodaje, pero en el guion no se me daba tanta cancha. Ahora, con el guion de Max Landis sí que hay mucho humor negro. Tal vez sea una visión postmoderna de entenderlo, pero yo veo el cine como una experiencia catártica, una experiencia orgásmica, en la que se pueden sentir muchísimas emociones. Puedes reír, llorar, asustarte, emocionarte… Para mi es una droga, así que cuantas más emociones tenga y más intensa sea esa droga, mejor.

En Twitter decías que estabas escribiendo la segunda parte de Spanish Movie. ¿En qué punto se encuentra actualmente este proyecto?
No, no la he escrito todavía. Me gustaría escribirla, pero no depende de mí, sino de la productora, que es la que tiene los derechos. A mí la verdad es que no hay cosa que me apetezca más, la verdad. Es como cuando tuve la oportunidad de dirigir los Premios Feroz3 y me cachondeé de todo el mundo. Tengo la tendencia de meterme en problemas (Risas).

¿Hubo alguien que se sintió ofendido con Spanish Movie?
No, curiosamente no. Yo estaba un poco acojonado por los familiares de Ramón Sampedro o por Bayona, Paco Plaza, Balagueró o Belén Rueda… Pero todo el mundo entró a saco, porque creo que uno de los síntomas de una industria sana es que tenga la capacidad de reírse de sí misma. Y nos dimos cuenta de que nos podíamos reír de nosotros mismos. Cuando una película da un batacazo y no da ni un duro, sería como reírse de un pobre huerfanito, pero si es una película de éxito como Lo imposible, creo que tenemos todo el derecho de reírnos un poco y pasárnoslo bien a costa de ella.


Tus dos primeras películas tienen como denominador común el hecho de que tratan relaciones paterno filiales difíciles. Si la acción de Aparecidos giraba en torno a la figura del padre y Carne de neón a la de la madre, ¿Tokarev lo hace en torno a la figura de los hijos como el tráiler parece indicar? ¿Por qué te interesa este tema?
¡Veo que habéis hecho los deberes! Exacto. No lo sé… Si te soy sincero, son cosas que me salen de manera inconsciente. Lo que sí sé es que Tokarev, aunque no haya podido ponerlo en los créditos, se la dedico a mi padre porque es el tipo de película que veía con él en el cine de verano en los ochenta. Íbamos a ver Harry, el sucio o las películas de Charles Bronson, ese tipo de cine de acción tan masculino. Pero no sé por qué siempre está la familia ahí. No tengo ni la menor idea de por qué me emociona tanto. Supongo que tendrá que ver por el hecho de que todos tenemos padres o hermanos, o tíos o hijos, y como suelo poner de protagonistas a delincuentes o gente que vive al límite y tiene que sobrevivir, creo que eso es lo que le da al público la conexión emocional necesaria. No son personajes bidimensionales. No están correteando de un lado a otro como en Snatch, cerdos y diamantes, sino que tienen un corazón que palpita y que está vivo.


¿Modificaste algo el libreto de Tokarev? Es decir, ¿lo adaptaste un poco a tus inquietudes, o rodaste el guion de Jim Agnew y Sean Keller tal cual estaba escrito?
Alguna cosa sí pude cambiar, pero lo que más modifiqué fue la acción. Al principio era una película que para ser un thriller tenía muy poca acción y me sorprendió muchísimo. Yo decía: “Joder, ¿vamos a hacer una película en Hollywood y no vamos a pegar unos tiros? ¡Esto no puede ser!” (Risas). Potencié mucho la acción. De hecho, hay una de las escenas en la que los protagonistas entran en una especie de laboratorio de drogas con unos rusos, y todo eso es muy mío. Todo muy oscuro, muy siniestro. Toda esa parte la escribí en mi habitación del hotel. Al día siguiente teníamos que rodar una escena de acción y les dije quiero esto, esto y esto. Estuve como un loco reescribiendo y ampliando algunas cosas, y claro, los productores encantados.

Paco Cabezas y su famoso patinete después de explotar su primer coche.
¿Nos puedes contar alguna anécdota del rodaje de Tokarev?
Hay muchas. Una de las más graciosas, siguiendo un poco con el tema de la acción, es cuando tuve que explotar un coche. Explotamos varios coches, pero el primero lo rodamos en Alabama, en un pueblo muy pequeñito. Para la gente de allí, la película era lo mejor que les había ocurrido desde la invención del whisky. Teníamos que explotar el coche y teníamos a los actores, las cámaras, a todo el pueblo allí detrás mirando, y entonces yo tenía que pulsar el botón que hacía explotar al coche. Imagínate la sensación. Pensé: “Como la cague y lo pulse antes de tiempo o que pulse el botón y no explote”… Sin embargo, nada, pulsé el botón y el coche saltó por los aires. Todo el mundo empezó a aplaudir como locos, y acto seguido se me acercó Nic y me dijo: “Bienvenido al club”. (Risas). Era como una manera de decirme ya has explotado tu primer coche. (Risas).

¿Qué nos puedes explicar de Men with No Fear, película de la que has escrito el guion y que contará nuevamente con Nicolas Cage de protagonista?
Cada vez que entro en algún género quiero innovar, contar algo diferente. Tengo esa obsesión desde pequeño. Si ya he visto algo, ¿para qué contarlo de nuevo? Intento hacerlo distinto, y quizás mal. Men with No Fear es mi visión sobre las películas de robos. Me encantan este tipo de films, desde Atraco perfecto de Kubrick hasta Ocean’s Eleven. Creo que todos tenemos un pequeño ladrón dentro al que le encanta ir al Corte Inglés y robar algo. (Risas) Es mi punto de vista sobre ese género, pero intentándole dar carne y vida, así que en vez de ser un grupo que roba un banco o un casino, veremos a un tipo que roba a un narcotraficante. Siempre me ha gustado definirlo como un cruce entre Ocean’s Eleven y The Wire. Estoy muy contento con los guiones tanto de Mr. Right como del de Men with No Fear, que son mis dos pelis que parecen que van a salir en cualquier momento; toco madera. Estoy muy ilusionado con ambas y espero digan algo sobre mí y que todo tenga sentido, que funcione y que sea divertido.


Has hablado de Mr. Right, que cuenta con un guion de Max Landis, y que tendrá a Sam Rockwell en el reparto. ¿Qué nos puedes contar sobre este proyecto?
Sí, el guion es de Max Landis, el hijo de John Landis y el que escribió Chronicle. Por cierto, John iba a estar aquí en “Nocturna” y al final no ha podido ser, lo que me ha jodido bastante. Conocer a John Landis fue uno de los momentos más frikis de mi vida. Fui a casa de Max a ponerle Sexy Killer, ya que quería que la viéramos juntos, y resulta que vive en casa de su padre. Imagínate estar viendo Sexy Killer y que de repente entre John Landis por la puerta. Fue maravilloso. Y bueno, con Mr. Right estoy muy contento porque Sam Rockwell es un actorazo y Anna Kendrick aún más. Tiene un montón de fans en España y cada vez que digo algo de ella en Twitter me dicen: “¡Ay, quiero un autógrafo, róbale las bragas o algo!” (Risas). Y si la otra está en la onda de Ocean’s Eleven y The Wire, ésta sería un poco como Sr. y Sra. Smith meets Kick Ass, a lo mejor. Es muy políticamente incorrecta y tiene un sentido del humor muy negro. Trata sobre una chica que se enamora de un tipo que resulta ser un asesino a sueldo y además está totalmente loco. Tiene todos los elementos para que nos divirtamos mucho. Me apetece mucho hacer una comedia de acción. Me apetece muchísimo.

Y ya para terminar, ¿te planteas seguir tu carrera en Hollywood, o tienes pensado volver a España alguna vez?
La idea es hacer el camino de vuelta. Muchas veces he tenido reuniones en Estados Unidos y, de repente, estamos hablando de hacer una película con Bruce Willis en México, y yo les digo: “No vayáis a México, veniros al Puerto de Santa María. Es un pueblecito donde nos jartamos de gambas y no hay armas ni problemas”. Estoy tratando de ir allí y traerme los proyectos aquí. Lo que pasa es que a veces se puede y otras no. Aparte, aquí en España tengo algún proyecto con algún productor, pero la verdad es que ahora mismo está muy mal. Como funciona ahora mismo el mercado y lo que he aprendido en los últimos años, es muy difícil levantar el tipo de cine que a mí me gusta hacer, que es un tipo de cine más grande, de género y comercial. Carne de neón fue lo que yo llamo un fallo del sistema. Películas como El club de la lucha o Sucker Punch son también fallos del sistema. O por ejemplo, cuando salió Acción mutante aquí en España, con todo el respeto hacia Alex de la Iglesia, también lo fue. A veces no entiendo cómo esas películas ocurren y adoro que existan. A ver qué ocurre, yo espero volver a rodar en España algún día.


1 Se refiere a Los perdedores (The Losers, Sylvain White, 2010).
2 Personaje que interpreta en Carne de neón.
3 Premios que otorga la Asociación de Informadores Cinematográficos de España al cine nacional.

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