viernes, 6 de diciembre de 2013

Entrevista a Pablo Larcuen, director de "Hooked Up"


Pablo Larcuen en la terraza del Hotel Meliá de Sitges. Fotografía: Pedro Martínez.
En su confesado afán por hacerse eco de las nuevas formas de hacer cine y dentro de la amplia cobertura dedicada a las denominadas producciones low cost, la pasada edición del Festival de Sitges acogió en su sección oficial la presentación a nivel mundial de Hooked Up, película de terror narrada en primera persona y ambientada en Barcelona, que cuenta con la peculiaridad de estar grabada íntegramente con un iPhone. Producida por Ombra Films, la compañía de Jaume Collet Serra, la película ha supuesto el debut en el formato largo de Pablo Larcuen, tras una prestigiosa trayectoria como cortometrajista gracias a trabajos como Mi amigo invisible o Elefante. Con él hablamos ampliamente en la siguiente entrevista, realizada la mañana siguiente de la première de su ópera prima.


¿Cómo nace una película tan singular como Hooked Up?
Me encontraba viviendo en Estados Unidos cuando un amigo me ofreció un poco de dinero para hacer otro corto. Aproximadamente se trataba de la mitad del presupuesto que tuvimos para Elefante, un corto que también estrenamos en Sitges y que dura ocho minutos. En vista de que los dos cortos que habíamos hecho hasta ese momento habían funcionado, pero nadie nos había ofrecido nada a raíz de ellos, decidimos que hacer otro más sería una pérdida de tiempo y que sería mejor arriesgarnos y hacer una película con el poco dinero que teníamos. Y así surgió todo.


¿Y cómo entra en el proyecto Jaume Collet-Serra?
Debido al poco presupuesto del que disponíamos, cuando empezamos la película no teníamos muchas garantías de poder terminarla. Cualquier pequeño problema que surgiera durante el rodaje o cualquier imprevisto podría haber hecho que nos quedásemos sin nada. Había un alto porcentaje de posibilidades de que ocurriera algo así, por lo que pensé que si eso ocurría al menos tendría material para montar un tráiler que podría mostrar a las productoras de cara a conseguir financiación para otro proyecto en el futuro. Durante la fase del guion pensé en Jaume Collet-Serra, un director al que admiro desde pequeño, porque es un tío del Maresme como yo que de joven se fue a Estados Unidos a buscarse la vida. Quería seguir sus pasos y tener una referencia de cómo se consigue algo así. Entonces me puse en contacto con su socio, Juan Sola, con quien había montado la productora Ombra Films para respaldar a directores españoles con pequeñas películas de género, así que lo que estábamos haciendo encajaba bastante con su idea. Aunque en principio no entraron en el proyecto, sí que hicieron un seguimiento desde el inicio: leyeron el guion, nos pasaron algunas notas, y también vieron el montaje de lo que íbamos haciendo. Nos dieron algunos consejos y, al final, cuando ya no nos quedaba dinero para pagar la postproducción, decidieron meterse de lleno después de dos años siguiéndonos. Gracias a ellos hemos podido presentar la película en Sitges.

¿Influyó Jaume en el hecho de que os decantaseis por hacer una película de terror?
No. Cuando hablamos con Jaume ya teníamos el guion más o menos pensado. Nos decantamos por el terror porque es el único género que acepta películas tanto de gran presupuesto como otras más modestas; películas de treinta millones y otras como la que hizo Peter Jackson en sus inicios, por ejemplo, rodada en plan chapucero los fines de semana. El terror es un género con el que se puede experimentar mucho. Una comedia o una película de acción con este formato hubiera sido imposible.

La principal particularidad de Hooked Up es el estar filmada con un iPhone. ¿Fue por motivos presupuestarios o ya desde el principio teníais pensado grabarla con un teléfono móvil?
Sí. Como no teníamos dinero no podíamos optar por alquilar ningún tipo de cámara profesional. Las que podíamos conseguir gratis eran cámaras con un formato que no me parecía el más indicado para hacer un largometraje. Pensando cómo podíamos arreglarlo, una noche antes de acostarme vi un video que había grabado con el móvil y creí que sería una buena opción, ya que se trataba de un lenguaje que no se había explotado aún y daba muchas posibilidades. Para una película tan pequeña como la nuestra, si lográbamos terminarla podía tener un filón de marketing interesante.

¿Tenías alguna experiencia con los móviles previamente? ¿Habías hecho algo por el estilo con anterioridad?
Siempre he grabado videos personales con el móvil, de recuerdo y todo eso. Pero no con iPhone, sino con Nokia. Incluso hice un corto en 2009 para el Movil Film Fest de Madrid y ganamos el premio del público. Pero era algo muy diferente que no tenía nada que ver con lo que hemos hecho ahora con Hooked Up.


Al estar grabado con un iPhone imaginamos que el tema de la post-producción fue bastante laborioso…
No. Lo que costó fue la preproducción, para asegurarnos que al llegar a la postproducción no hubiera problemas. Nuestra idea era dejarlo lo más parecido a lo que la gente pudiera grabar con su iPhone. Por lo tanto, a la hora de la postproducción apenas hicimos corrección de color, no la ampliamos… Tuvo una postproducción más básica que la de cualquier otra película: la mezcla de sonido, conformar la película, preparar la proyección… El resultado es el 5D de cualquier cámara. No hicimos nada especial, ni el hecho de utilizar un móvil dificultó postproducción. Tratamos el material como lo hubiéramos hecho de utilizar cualquier otra cámara.

¿Y en qué varió el rodaje con un iPhone al de uno con un sistema tradicional?
A nivel técnico al principio tuvimos muchos problemas porque el iPhone es un formato muy inestable que, en principio, está destinado para grabar vídeos de dos o tres minutos. Cuanto más largo es el vídeo más problemas tienes, porque varía la velocidad de fotogramas, graba el audio y el video a diferentes velocidades y crea problemas de sincronía. Si el video es muy largo crea clips corruptos, etc. Por este motivo hicimos muchos tests durante la preproducción en los que nos dimos cuenta de lo arriesgado que era hacer una película así, ya que no teníamos garantías de que después pudiéramos montar los vídeos. Tuvimos que investigar mucho, incluso contactamos con un técnico de Apple para que nos asesorara. Estuvimos a punto de cambiar de formato, pero al final decidimos apostar por el iPhone y, aunque no fue fácil, conseguimos rodarlo todo con éxito. Después, en el propio rodaje no tuvimos ningún problema; de hecho, rodar con iPhone te facilita mucho el trabajo al ser una cámara tan pequeña.

Dada la propaganda que hacéis de su producto, ¿habéis recibido algún tipo de remuneración por parte de Apple?
Apple es una compañía muy grande que se vale por sí misma. Es de las pocas que no paga por product placement. Su política es: si quieres utilizar mis productos bien, y si no también. Ellos saben que están de moda y que sus productos son muy atractivos. A la gente le gusta verlos en películas y series americanas. Son una empresa tan grande que no tiene la necesidad de pagar para vender sus productos. Sí que lo intentamos, pero obtuvimos un no rotundo. Más bien nos han hecho ellos publicidad a nosotros por haber utilizado su producto que al contrario. Ellos no necesitan una película tan pequeña como la nuestra para vender iPhones. Sin embargo, a nosotros ese gancho nos ha venido muy bien.


¿Piensas que el futuro está en las producciones low cost y en la utilización de estos formatos más económicos?
Sí. El futuro y el presente. Vivimos una situación muy complicada y hay muy pocas oportunidades. Nosotros hemos hecho unos cortos que han tenido cierta repercusión, pero seguimos en casa comiéndonos los mocos. Sin embargo, a cualquiera que hiciera un corto que funcionara la mitad de bien que el nuestro en los noventa le ofrecían rodar una película directamente. Hoy en día es muy difícil encontrar a alguien que confíe en gente joven y que te ofrezca un proyecto. Lo que hay que hacer es intentar al menos hacer tus primeros proyectos para que se escuche tu nombre, trabajando el low cost con formatos alternativos, que por suerte están al alcance de todo el mundo. De hecho vi un corto que ganó en Toronto que ni siquiera utilizaba cámaras, sino que estaba hecho con la captura de pantalla de un ordenador1. Era muy bueno. Se veía el Skype, el Facebook, etc. Eso demuestra que hoy en día depende de las ganas que tengas, porque todo el mundo tiene una cámara en el bolsillo para hacer algo.

¿No piensas que al contar una historia de terror ubicada en Barcelona, como también ocurre en [REC] o en la futura Asmodexia, corrías el riesgo de que mucha gente pudiera no llegar a creerse la historia?
Creo que en ese aspecto hay un cambio general en el mundo. Antes, sobre todo en España, el terror era algo que pasaba en el extranjero. Ahora, gracias a la inmediatez con la que viaja la información, con Internet o los vídeos que grabamos con los teléfonos, la gente cada vez está más acostumbrada a lo real y lo cercano, y eso lleva a que cada vez la gente apueste más por historias cercanas y no que ocurran en Philadelphia, por ejemplo, un lugar en el que nunca han estado.

¿El hecho de estar rodada en inglés respondió a un motivo comercial?
Al principio pensamos en crear un producto lo más efectivo posible. Era algo muy diferente, teníamos un presupuesto muy ajustado, así que todo lo poco que teníamos lo dedicamos para tener éxito con nuestra película. El iPhone es un gran gancho y una ciudad como Barcelona es muy llamativa para el público estadounidense. Del mismo modo apostamos por rodar en inglés para que pudiera tener una distribución más cómoda en el extranjero.


En consonancia con estos planteamientos, los actores protagonistas son de nacionalidad estadounidense. ¿Cómo fue el proceso de casting?
Comencé a contactar con ellos en 2011, cuando estaba en Estados Unidos. Quería a actores norteamericanos. Aproveché mi estancia allí para intentar buscar a alguien antes de volver a España, ya que aquí me hubiera costado muchísimo más encontrar al tipo de actor que quería. Puse un anuncio en Facebook e hice un casting a través de Internet para conseguir actores amateurs que no cobrasen mucho. Tenían que hacerme un vídeo de terror y otro de comedia. Si encontraba a alguien en San Francisco, intentaba encontrar a más actores que vivieran por la zona para que contactaran entre ellos y crear así la química necesaria para la película, puesto que está protagonizada por dos amigos. Después de encontrar a Peter, que vivía en Nueva Jersey, hicimos un proceso de búsqueda por la zona que no nos llevó a ningún lado. Pero cuando estaba a punto de tirar la toalla, apareció un tío que me envió un video recitándome un poema. (Risas). Pensé: este tío puede funcionar. Así que hicimos la prueba, se juntaron los dos y parecían amigos de toda la vida. Muchas cosas de las que se ven en la película fueron gestos y detalles que observé en ellos. Adapté los personajes a ellos.

Al hilo de lo que comentas, bajo su fachada de film de terror, Hooked up esconde, en realidad, una historia de amistad...
La amistad es un tema que siempre me ha gustado desde que empecé en la universidad. Mi amigo invisible, uno de los primeros cortos que hice, hablaba ya de la amistad. Me interesa mucho porque para mí los amigos son lo más importante. Otra cosa que quería es no tener a los típicos personajes estereotipados que los matan enseguida. Quería contar una historia de dos amigos y cómo influye lo que les ocurre en su relación.


Por cierto, una curiosidad. En la película no queda muy claro si la criatura que aparece es una zombi, una vampira… ¿Qué es?
Es algo que quería dejar en el aire. No me gusta que las películas de terror de hoy expliquen tanto las cosas. Prefiero dejarlo de un modo ambiguo y que fuera el espectador el que decidiera si se trata de algo paranormal o no.

Dejando a un lado tu ópera prima, nos ha llegado la noticia de que has rodado otra película con Michael Gondry de padrino. ¿Qué nos puedes contar acerca de ello?
En realidad es un cortometraje que forma parte de una colección. Surgió en Francia a principios de año en un festival al que acudí a presentar el corto de Elefante. Como tenía problemas por el idioma, un chico muy simpático me ayudó para poder hablar con una chica de la organización que me indicara los horarios de una película. Fue por pura casualidad. Después, los miembros del equipo de Elefante salimos con él de fiesta, y al cabo de unos días me llamó para decirme que le había gustado nuestro trabajo y que estaba interesado en que participáramos en un proyecto. No era Michael Gondry, sino el productor. Estábamos en Francia, en un país donde no habíamos trabajado nunca, y la verdad es que estoy muy agradecido de que alguien haya puesto su dinero para que pudiésemos rodar. Hoy en día es muy difícil que te den una oportunidad, así que la aprovechamos.

¿Michael Gondry ha estado muy encima del proyecto?
Con Michael Gondry apenas he tenido contacto. Toda la producción ha sido en París y yo he estado todo el tiempo entre España y Estados Unidos. He estado un poco separado. El proyecto adapta cinco textos de Boris Vian y yo soy el único no francés que participa. Por este motivo hablé con los productores para avisarles que mi fragmento sería una visión más bien exterior del texto, ya que me hubiera sido muy difícil asemejarme a lo mismo que podría hacer un francés, que lo ha estudiado en el colegio desde bien pequeño. Así que no he procurado asemejarme a nadie e intentado aportar mi propia visión.

José Luis Salvador Estébenez y Juan Pedro Rodríguez Lazo

1 Se refiere a Noah de Patrick Cederberg y Walter Woodman.

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