Pablo Larcuen en la terraza del Hotel Meliá de Sitges. Fotografía: Pedro Martínez. |
En
su confesado afán por hacerse eco de las nuevas formas de hacer cine
y dentro de la amplia cobertura dedicada a las denominadas
producciones low
cost, la
pasada edición del Festival de Sitges acogió en su sección oficial
la presentación a nivel mundial de Hooked
Up,
película de terror narrada en primera persona y ambientada en
Barcelona,
que cuenta con la peculiaridad de estar grabada íntegramente con un
iPhone. Producida por Ombra Films, la compañía de Jaume Collet
Serra, la película ha supuesto el debut en el formato largo de Pablo
Larcuen, tras una prestigiosa trayectoria como cortometrajista
gracias a trabajos como Mi
amigo invisible
o Elefante.
Con él hablamos ampliamente en la siguiente entrevista, realizada la
mañana siguiente de la première de su ópera prima.
¿Cómo
nace una película tan singular como Hooked
Up?
Me
encontraba viviendo en Estados Unidos cuando un amigo me ofreció un
poco de dinero para hacer otro corto. Aproximadamente se trataba de
la mitad del presupuesto que tuvimos para Elefante,
un corto que también estrenamos en Sitges y que dura ocho minutos.
En vista de que los dos cortos que habíamos hecho hasta ese momento
habían funcionado,
pero nadie nos había ofrecido nada a raíz de ellos, decidimos que
hacer otro más sería una pérdida de tiempo y que sería mejor
arriesgarnos y hacer una película con el poco dinero que teníamos.
Y así surgió todo.
¿Y
cómo entra en el proyecto Jaume Collet-Serra?
Debido
al poco presupuesto del que disponíamos, cuando empezamos la
película no teníamos muchas garantías de poder terminarla.
Cualquier pequeño problema que surgiera durante el rodaje o
cualquier imprevisto podría haber hecho que nos quedásemos sin
nada. Había un alto porcentaje de posibilidades de que ocurriera
algo así, por lo que pensé que si eso ocurría al menos tendría
material para montar un tráiler que podría mostrar a las
productoras de cara a conseguir financiación para otro proyecto en
el futuro. Durante la fase del guion pensé en Jaume Collet-Serra, un
director al que admiro desde pequeño, porque
es un tío del Maresme como yo que de joven se fue a Estados Unidos a
buscarse la vida. Quería seguir sus pasos y tener una referencia de
cómo se consigue algo así. Entonces me puse en contacto con su
socio, Juan Sola, con quien había montado la productora Ombra
Films para
respaldar a directores españoles con pequeñas películas de género,
así que lo que estábamos
haciendo encajaba bastante con su idea. Aunque en principio no
entraron en el proyecto, sí que hicieron un seguimiento desde el
inicio: leyeron el guion, nos pasaron algunas notas, y también
vieron el montaje de lo que íbamos haciendo. Nos dieron algunos
consejos y, al final, cuando ya no nos quedaba dinero para pagar
la postproducción, decidieron meterse de lleno después de dos años
siguiéndonos. Gracias a ellos hemos podido presentar la película en
Sitges.
¿Influyó
Jaume en el hecho de que os decantaseis por hacer una película de
terror?
No.
Cuando hablamos con Jaume ya teníamos el guion
más o menos pensado. Nos decantamos por el terror porque es el único
género que acepta películas tanto de gran presupuesto como otras
más modestas; películas de treinta millones y otras como la que
hizo Peter Jackson en sus inicios, por ejemplo, rodada en plan
chapucero los fines de semana. El terror es un género con el que se
puede experimentar mucho. Una comedia o una película de acción
con este formato hubiera sido imposible.
La
principal particularidad de Hooked
Up
es el estar filmada con un iPhone. ¿Fue por motivos presupuestarios
o ya desde el principio teníais pensado grabarla con un teléfono
móvil?
Sí.
Como no teníamos dinero no podíamos optar por alquilar ningún tipo
de cámara profesional. Las que podíamos conseguir gratis eran
cámaras con un formato que no me parecía el más indicado para
hacer un largometraje. Pensando cómo podíamos arreglarlo, una noche
antes de acostarme vi un video que había grabado con el móvil y
creí que sería una buena opción, ya que se trataba de un lenguaje
que no se había explotado aún y daba muchas posibilidades. Para una
película tan pequeña como la nuestra, si lográbamos terminarla
podía tener un filón de marketing interesante.
¿Tenías
alguna experiencia con los móviles previamente? ¿Habías hecho algo
por el estilo con anterioridad?
Siempre
he grabado videos personales con el
móvil, de recuerdo y todo eso. Pero no con iPhone, sino con Nokia.
Incluso hice un corto en 2009 para el Movil
Film Fest de
Madrid y ganamos el premio del público. Pero era algo muy diferente
que no tenía nada que ver con lo que hemos hecho ahora con Hooked
Up.
Al
estar grabado con un iPhone imaginamos que el tema de la
post-producción fue bastante laborioso…
No.
Lo que costó fue la preproducción, para asegurarnos que al llegar a
la postproducción no hubiera problemas. Nuestra idea era dejarlo lo
más parecido a lo que la gente pudiera grabar con su iPhone. Por lo
tanto, a la hora de la postproducción apenas hicimos corrección de
color, no la ampliamos… Tuvo una postproducción más básica que
la de cualquier otra película: la mezcla de sonido, conformar la
película, preparar la proyección… El resultado es el 5D de
cualquier cámara. No hicimos nada especial, ni el hecho de utilizar
un móvil dificultó postproducción. Tratamos el material como lo
hubiéramos hecho de utilizar cualquier otra cámara.
¿Y
en qué
varió el rodaje con un iPhone al de uno con un sistema tradicional?
A
nivel técnico al principio tuvimos muchos problemas porque el iPhone
es un formato muy inestable que, en principio, está destinado para
grabar vídeos de dos o tres minutos. Cuanto más largo es el vídeo
más problemas tienes, porque varía la velocidad de fotogramas,
graba el audio y el video a diferentes velocidades y crea problemas
de sincronía. Si el video es muy largo crea clips corruptos, etc.
Por este motivo hicimos muchos tests durante la preproducción en los
que nos dimos cuenta de lo arriesgado que era hacer una película
así, ya que no teníamos garantías de que después pudiéramos
montar los vídeos. Tuvimos que investigar mucho, incluso contactamos
con un técnico de Apple para que nos asesorara. Estuvimos a punto de
cambiar de formato, pero al final decidimos apostar por el iPhone y,
aunque no fue fácil, conseguimos rodarlo todo con éxito. Después,
en el propio rodaje no tuvimos ningún problema; de hecho, rodar con
iPhone te facilita mucho el trabajo al ser una cámara tan pequeña.
Dada
la propaganda que hacéis de su producto, ¿habéis recibido algún
tipo de remuneración por parte de Apple?
Apple
es una compañía muy grande que se vale por sí misma. Es de las
pocas que no paga por product
placement.
Su política es: si quieres utilizar mis productos bien, y si no
también. Ellos saben que están de moda y que sus productos son muy
atractivos. A la gente le gusta verlos en
películas y series americanas. Son una empresa tan grande que no
tiene la necesidad de pagar para vender sus productos. Sí que lo
intentamos,
pero obtuvimos un no rotundo. Más bien nos han hecho ellos
publicidad a nosotros por haber utilizado su producto que al
contrario. Ellos no necesitan una película tan pequeña como la
nuestra para vender iPhones. Sin embargo, a nosotros ese gancho nos
ha venido muy bien.
¿Piensas
que el futuro está en las producciones low
cost
y en la utilización de estos formatos más económicos?
Sí.
El futuro y el presente. Vivimos una situación muy complicada y hay
muy pocas oportunidades. Nosotros hemos hecho unos cortos que han
tenido cierta repercusión, pero seguimos en casa comiéndonos los
mocos. Sin embargo, a cualquiera que hiciera un corto que funcionara
la mitad de bien que el nuestro en los noventa le ofrecían rodar una
película directamente. Hoy en día es muy difícil encontrar a
alguien que confíe en gente joven y que te ofrezca un proyecto. Lo
que hay que hacer es intentar al menos hacer tus primeros proyectos
para que se escuche tu nombre, trabajando
el low cost
con
formatos alternativos, que por suerte están al alcance de todo el
mundo. De hecho vi un corto que ganó en Toronto que ni siquiera
utilizaba cámaras, sino que estaba hecho con la captura de pantalla
de un ordenador1.
Era muy bueno. Se veía el Skype, el Facebook, etc. Eso demuestra que
hoy en día depende de las ganas que tengas, porque todo el mundo
tiene una cámara en el bolsillo para hacer algo.
¿No
piensas que al contar una historia de terror ubicada en Barcelona,
como también ocurre en [REC]
o en la futura Asmodexia,
corrías el riesgo de que mucha gente pudiera no llegar a creerse la
historia?
Creo
que en ese aspecto hay un cambio general en el mundo. Antes, sobre
todo en España, el terror era algo que pasaba en el extranjero.
Ahora, gracias a la inmediatez con la que viaja la información, con
Internet o los vídeos que grabamos con los teléfonos, la gente cada
vez está más acostumbrada a lo real y lo cercano, y eso lleva a que
cada vez la gente apueste más por historias cercanas y no que
ocurran en Philadelphia, por ejemplo, un lugar en el que nunca han
estado.
¿El
hecho de estar rodada en inglés respondió a un motivo comercial?
Al
principio pensamos en crear un producto lo más efectivo posible. Era
algo muy diferente, teníamos un presupuesto muy ajustado, así que
todo lo poco que teníamos lo dedicamos para tener éxito con nuestra
película. El iPhone es un gran gancho y una ciudad como Barcelona es
muy llamativa para el público estadounidense. Del mismo modo
apostamos por rodar en inglés para que pudiera tener una
distribución más cómoda en el extranjero.
En
consonancia con estos planteamientos, los actores protagonistas
son de nacionalidad estadounidense. ¿Cómo fue el proceso de
casting?
Comencé
a contactar con ellos en 2011, cuando estaba en Estados Unidos.
Quería a actores norteamericanos. Aproveché mi estancia allí para
intentar buscar a alguien antes de volver a España, ya que aquí me
hubiera costado muchísimo más encontrar al tipo de actor que
quería. Puse un anuncio en Facebook e hice un casting
a través de Internet para conseguir actores amateurs que no cobrasen
mucho. Tenían que hacerme un vídeo de terror y otro de comedia. Si
encontraba a alguien en San Francisco, intentaba encontrar a más
actores que vivieran por la zona para que contactaran entre ellos y
crear así la química necesaria para la película, puesto que está
protagonizada por dos amigos. Después de encontrar a Peter, que
vivía en Nueva Jersey, hicimos un proceso de búsqueda por la zona
que no nos llevó a ningún lado. Pero cuando estaba a punto de tirar
la toalla, apareció un tío que me envió un video
recitándome un poema. (Risas).
Pensé:
este tío puede funcionar. Así que hicimos la prueba, se juntaron
los dos y parecían amigos de toda la vida. Muchas cosas de las que
se ven en la película fueron gestos y detalles que observé en
ellos. Adapté los personajes a ellos.
Al
hilo de lo que comentas, bajo su fachada de film de terror, Hooked
up
esconde, en realidad, una historia de amistad...
La
amistad es un tema que siempre me ha gustado desde que empecé en la
universidad. Mi
amigo invisible,
uno de los primeros cortos que hice, hablaba ya de la amistad. Me
interesa mucho porque para mí los amigos son lo más importante.
Otra cosa que quería es no tener a los típicos personajes
estereotipados que los matan enseguida. Quería contar una historia
de dos amigos y
cómo influye lo que les ocurre en su relación.
Por
cierto, una curiosidad. En la película no queda muy claro si la
criatura que aparece es una zombi, una vampira…
¿Qué es?
Es
algo que quería dejar en el aire. No me gusta que las películas de
terror de hoy expliquen tanto las cosas. Prefiero dejarlo de un modo
ambiguo y que fuera el espectador el que decidiera si se trata de
algo paranormal o no.
Dejando
a un lado tu ópera prima, nos ha llegado la noticia de que has
rodado otra película con Michael Gondry de padrino. ¿Qué nos
puedes contar acerca de ello?
En
realidad es un cortometraje que forma parte de una colección. Surgió
en Francia a principios de año en un festival al que acudí a
presentar el corto de Elefante.
Como tenía problemas por el idioma, un chico muy simpático me ayudó
para poder hablar con una chica de la organización que me indicara
los horarios de una película. Fue por pura casualidad. Después, los
miembros del equipo de Elefante
salimos con él de fiesta, y al cabo de unos días me llamó para
decirme que le había gustado nuestro trabajo y que estaba interesado
en que participáramos en un proyecto. No era Michael Gondry, sino el
productor. Estábamos en Francia, en un país donde no habíamos
trabajado nunca, y la verdad es que estoy muy agradecido de que
alguien haya puesto su dinero para que pudiésemos rodar. Hoy en día
es muy difícil que te den una oportunidad, así que la aprovechamos.
¿Michael
Gondry ha estado
muy encima del proyecto?
Con
Michael Gondry apenas he tenido contacto. Toda la producción ha sido
en París y yo he estado todo el tiempo entre España y Estados
Unidos. He estado un poco separado. El proyecto adapta cinco textos
de Boris Vian y yo soy el único no francés que participa. Por este
motivo hablé con los productores para avisarles que mi fragmento
sería una visión más bien exterior del texto, ya que me hubiera
sido muy difícil asemejarme a lo mismo que podría hacer un francés,
que lo ha estudiado en el colegio desde bien pequeño. Así que no he
procurado asemejarme a nadie e intentado aportar mi propia visión.
José
Luis Salvador Estébenez y Juan Pedro Rodríguez Lazo
1
Se refiere a Noah de Patrick Cederberg y Walter Woodman.
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