EL ENCAPUCHADO

Antes de nada, me gustaría disculparme ante la poca calidad de los últimos posts... He de reconocer que publico por el simple hecho de que este espacio no muera y las cosas salen como salen. Pero hoy es diferente. Hoy me apetece de verdad explicaros algo. Hoy me gustaría hablaros de un personaje, El Encapuchado.

El Encapuchado fue creado por Guillermo López Hipkiss en los años 40 y fue uno de los iconos de la literatura popular junto a otros famosos personajes de la Editorial Clipper, como El Coyote. Una vez más, y antes de continuar, ruego que no tengan demasiado en cuenta que no me adentre demasiado en este terreno pues como comprobaran no lo domino demasiado. Para ello ya tenemos el genial desván del Abuelito a quién, por cierto, dedico este post por razones más que obvias. En fin, volvamos con El Encapuchado, con ese héroe que como tantos otros se mantiene en el anonimato y no siempre es entendido por las fuerzas de la ley.

Milton Drake es su identidad real, un multimillonario al que un buen día le cambia drásticamente la vida al conocer a La Antorcha, - una mujer rubia cuya identidad es secreta -, que logra salvarle la vida. Drake se queda prendado de esta heroína sigilosa y valiente, y nace en él la sensación del deber y comprende las obligaciones que debe tener para con sus semejantes. Aún así, no siempre es entendida la labor de La Antorcha y en multitud de ocasiones es perseguida por el inspector Grimm, que piensa que se trata simplemente de una maliciosa ladrona de guante blanco. Así pues, de aquel encuentro nace El Encapuchado, un héroe que combatirá el crimen de la ciudad de Baltimore, mientras intenta averiguar la verdadera identidad de su amada Antorcha. Y no lo tendrá nada fácil ya que no son pocas las féminas que rodean (y pretenden) a Drake, aunque también es verdad que Mavis es la mujer que le tiene el corazón “robado”.

Pues bien, he llegado a este misterioso personaje de la mano de Félix Llaugé, el Mago Félix. Siendo él un crío comenzó a leer El Encapuchado y rápidamente quedó prendado de sus aventuras. Él mismo llegó a conocer a su autor, Guillermo López Hipkiss, y junto a su hermano pasaba tardes enteras charlando con él, manteniendo improvisadas tertulias en las que trataban temas que por aquel entonces estaban “prohibidos”. Hipkiss se convirtió en su gurú y aprendió de él muchísimas cosas relacionadas con la astrología y las ciencias ocultas, de hecho, gran parte de los libros escritos por Félix están dedicados a la memoria de su Maestro. Es curioso pero según Félix todos los escritores que escribían este tipo de novelas, Sax “Fu- Manchu” Rohmer, Walter B. Gibson y su Sombra, por ejemplo, se dedicaban al ocultismo… Lamentablemente la muerte de Hipkiss propició que la colección de El Encapuchado quedara inconclusa y que Félix se quedase sin maestro. Aún así, sus aventuras continuaron siendo una fuente de inspiración para él y guarda su colección entera (con algunos números repetidos) en la cabecera de su cama. Gracias a ello, dice Félix, sus sueños son mucho más amenos y trepidantes. Por mi parte, tan sólo he leído el número dos, este mismo que he adjuntado en el post llamado “Frente a frente” que me regaló Félix, y tengo que reconocer que también me he quedado prendado de El Encapuchado, La Antorcha y sus trepidantes aventuras. No creo que Hipkiss se vaya a convertir ahora en mi gurú, pero desde luego, la lectura de este número me ha infectado con el gusanillo ese de “quiero más” y ahora no puedo parar. ¡Qué personaje tan fantástico!

Por último, y ya termino, quisiera compartir con todos ustedes que me encuentro en una situación algo frenética. El trabajo y algunos temas personales (muy dulces) me llevan un poco loco, y no me permiten tener todo el tiempo que yo quisiera. Aún así sigo en píe de guerra, y gracias a Félix y el documental que estamos haciendo sobre su vida (y que trata tantísimos temas…), estoy aprendiendo muchísimo.

Bueno, tampoco quiero decir ahora que Félix se haya convertido en mi gurú… Creo jamás tendré uno, por desgracia… Pero si que poco a poco empiezo a vislumbrar mi cometido, mi misión. Ya empiezo a ver luz al final del túnel... ¡Yujuu! Esperemos que no haya un acantilado al otro lado.