lunes, 10 de marzo de 2008

Tsukamoto y sus pesadillas


Que Shinya Tsukamoto es uno de los directores nipones más importantes e interesantes del momento no me cabe duda. Que es uno de los pilares más importantes del cyber punk (junto a Sogo Ishii, Mamoru Oshii, Katsuhiro Otomo, Ridley Scott, Richard Stanley y los hermanos Wachowsky entre otros) tampoco me cabe duda. Pero debo reconocer que su última película deja mucho que desear, sobretodo después de haber visto films anteriores suyos de la talla de "Tetsuo" y su segunda parte, la impresionante "A snake of June" o la pequeña aunque enorme "Haze".

La historia de "Nightmare Detective" es una mezcla entre "Pesadilla en Elm Street", "Llamada Perdida" y "Mad Detective" (película producida un año después). En ella se cuenta la historia de un tipo que tiene el don de introducirse en los sueños y curar a la gente que sufre espantosas pesadillas. Todo se complica cuando un asesino en serie se introduce en la mente de las personas para perpetuar un aparente suicidio. Todas las "víctimas" tienen en común que antes de sus suicidio han hablado con una persona cuyo número de teléfono es el cero. Una detective novata pedirá la ayuda de tan singular detective de pesadillas para capturar al asesino o incitador de suicidios.

"Nightmare Detective" cuenta con una narración mucho más fluida y lineal que otras películas de Tsukamoto mucho más arriesgadas y experimentales, por lo que se puede decir que "Nightmare Detective" es su film más comercial. En esta película es palpable la dirección de Tsukamoto (la dirección, la fotografía, el montaje...), pero a diferencia de sus anteriores films, en esta película su cámara nerviosa y su frenético montaje no sorprenden nada, sumiendo así en la decepción a sus más aferrados seguidores (en los que me encuentro yo). No se intuye el más mínimo esfuerzo por parte del director y parece que opte por el camino fácil de la repetición de todos sus golpes más efectivos.

Por otro lado cabe destacar el mensaje interesante y decadente del film. Hay frases, que aunque no comparto, resultan tan interesantes como esta: "No hay que tener miedo a la muerte. La muerte no es el miedo al vacío, sino la esperanza a lo eterno". Esta frase junto al perpetuo mensaje de suicidio que se da durante todo el film, da buena fe de lo que Tsukamoto opina del gris Japón actual. Por eso no me acaba de cuajar que el final resulte ambiguo y aparentemente bonito.
Si no fuera por que se está preparando la segunda parte de la película, diría que con este final, Tsukamoto quería dar tregua a un film enfermizo y decadente. Un film que no se atrevía a contar.

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