viernes, 15 de diciembre de 2017

THE BRAIN FROM PLANET AROUS (1957)


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Título original: The Brain from Planet Arous
Año: 1957 (Estados Unidos)
Director: Nathan Juran
Productores: Jacques Marquette
Guionista: Ray Buffum
Fotografía: Dale Tate, Jacques Marquette
Música: Walter Greene
Intérpretes: John Agar (Dr. Steve March), Joyce Meadows (Sally Fallon), Robert Fuller (Dan Murphy), Thomas B. Henry (John Fallon), Ken Terrell (Coronel), Henry Travis (Coronel Frogley), E. Leslie Thomas (General Brown), Tim Graham (Sheriff Wiley Pane), Dale Tate (Prof. Dale Tate y las voces de Gor y Vol)…
Sinopsis: Gor, un supercerebro criminal proveniente del planeta Arous, se apodera del cuerpo del científico Steve March para conquistar el mundo. Mientras que por otro lado, Vol, otro cerebro extraterrestre, ayuda a Sally, la prometida de Steve, a acabar con el malvado Gor antes de que sea demasiado tarde…
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Aunque a menudo sea denostado y no tomado demasiado en serio, el cine de ciencia ficción que se elaboró durante la década de los años cincuenta sigue despertando a día de hoy cierta fascinación y simpatía por parte del público. Un amplio número de los títulos que se pergeñaron entonces, con sus relatos de invasiones alienígenas y sus tramas y criaturas del espacio imposibles, tenían como telón de fondo el clima hostil y enrarecido de la guerra fría y el consecuente miedo a un ataque nuclear por parte de los comunistas [tal es el caso de algunos ejemplos más conocidos como Ultimátum a la tierra (The Day the Earth Stood Still, Robert Wise, 1951) o La guerra de los mundos (War of the Worlds, Byron Haskin, 1953)], pero con más frecuencia de lo que pensamos, estas cintas complementaban sus tramas con subtextos cargados de una conservadora moralidad que en la actualidad pueden provocar la ira o las carcajadas del respetable, como puede entreverse en La tierra contra los platillos volantes (Earth vs the Flying Saucers, Fred F. Sears, 1956) o, de manera más explícita, en la película que traemos a colación: The Brain from Planet Arous (Nathan Juran, 1957).
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The Brain from Planet Arous nos sitúa bajo la pista del Dr. Steve March (John Agar) y su ayudante Dan (Robert Fuller), dos científicos que un buen día descubren una fuente de radiación proveniente del desierto. Concretamente de un recóndito lugar llamado el monte Misterio. Sin más dilación ambos se ponen en marcha y en el interior de una cueva descubren un gigantesco cerebro llamado Gor que proviene del planeta Arous. Después de matar a Dan, Gor se apodera del cuerpo de Steve -pues tiene acceso a las bases militares del país y a las zonas en las que se efectúan pruebas nucleares-, para así cumplir con su principal misión: conquistar el mundo. No obstante, en su camino se interferirá Vol, su reverso bondadoso, y Sally (Joyce Meadows), la bella y joven prometida del doctor, que despertará en el encéfalo extraterrestre un irrefrenable deseo sexual.
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Como pueden sospechar, el principal interés de este film radica más en los encuentros del doctor con su temerosa novia, que en las ansias de poder de Gor. De hecho, el nombre del planeta del cual proviene ya nos da las suficientes pistas como para saber cuáles eran las intenciones de sus artífices, ya que, por si alguien no se ha dado cuenta, Arous, el planeta del cual proviene el invasor, se asemeja sin disimulo a la palabra inglesa arouse[1], que significa excitar en castellano. Parte de la culpa la tiene Jaques R. Marquette, director de fotografía y principal productor e ideólogo de la cinta. Éste, dispuesto a ascender y dejar de ser operador de cámara, función que desempeñaba hasta entonces, creó su propia productora (la Marquette Productions Ltd.) para llevar a cabo varias películas de bajo presupuesto de las que se encargaría de la fotografía -sirva el caso de Teenage Thunder (Paul Hemick, 1957)- o incluso de sentarse en la silla de director –Teenage Monster (Jacques R. Marquette, 1958)-. Para The Brain from Planet Arous, Marquette se inspiró en las revistas de relatos de ciencia ficción de la época y le pasó una idea a Ray Buffum para que diera forma a un guion de lo más singular y alocado. El encargado de dirigirlo sería Nathan Juran, otrora ganador de un Oscar por la dirección de arte de ¡Qué verde era mi valle! (How Green Was My Valley, John Ford, 1941), pero quien no debió quedar muy satisfecho con el resultado, pues pidió salir acreditado como Nathan Hertz[2].
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Pese a que debido al exiguo presupuesto de esta producción suframos algunas situaciones un tanto ridículas (y que vienen propiciadas principalmente por los rudimentarios trucajes e imágenes sobre impuestas de las que se encargó el propio Marquette para los efectos especiales), lo cierto es que The Brain from Planet Arous tiene varios momentos antológicos. Sirva de ejemplo aquel en el que vemos el rostro de Steve distorsionado a través unos expendedores de agua con las pupilas totalmente dilatadas[3] y riendo como un histérico, o aquel otro en el que arrasa una zona de pruebas militares (tirando de imágenes de archivos de explosiones nucleares reales) ante la atónita mirada de los oficiales del ejército. Y es, que además de la eficiente dirección de Juran (o quizás, más bien, de la mano de Marquette en la sombra), habría que hacer especial hincapié en el carisma y la veracidad con los que John Agar y Joyce Meadows afrontaron sus respectivos roles. La fogosidad y la histeria un tanto exagerada de Steve, son recibidas por Sally con cierta excitación al principio para, poco a poco, ir convirtiéndose en el más auténtico terror hacia su pareja.
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Si la gran mayoría de títulos coetáneos apostaban por invasiones más aparatosas o incluso épicas, el gran acierto que, bajo mi punto de vista, tuvo Buffum y compañía, fue abordar la suya desde una óptica más íntima. De ese modo otorgó al drama conyugal el verdadero interés de la trama[4] y la adornó con la consabida moralina a la que habíamos hecho referencia al inicio de este texto. Esta “invasión”, para entendernos, no intenta otra cosa más que escenificar el temor femenino a la perdida de la virginidad que suponía en aquella época la consumación del matrimonio. Sally es la idílica y servicial ama de casa cuya única preocupación es cuidar y alimentar a su partenaire. No obstante, cuando Steve se adentra en los calurosos parajes desérticos y pierde a su colega Dan -un personaje más reposado y razonable que el de Steve[5]-, quedará bajo el control de Gor. Esta situación provocará que, aprovechando su nuevo cuerpo, Gor quiera darse un gusto y violar a su pareja. O visto de otra manera, consumar su amor antes del matrimonio. Sally, por su parte, ante el repentino cambio de actitud de su futuro marido pedirá ayuda y consejo a su padre (Thomas B. Henry) y juntos se dirigirán al punto en el que March había localizado la radiación para, una vez allí, encontrarse con Vol, otro cerebro gigantesco con el que preparan un plan para terminar con el enemigo.
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Como toda película de ciencia ficción de los años cincuenta que se precie, el malvado extraterrestre no logra su cometido y Steve consigue acabar con él. Aunque en este caso lo hace gracias a la inteligencia de Sally, que coloca una nota indicándole el punto débil del extraterrestre[6], de manera estratégica para que el doctor la lea cuando Gor se materialice y salga de su cuerpo para respirar. Y es que aunque por ahí pulule el bueno de Vol -que se oculta en el cuerpo del perro e informa a Sally de la zona en la que se le tiene que atizar para acabar con él-, quien finalmente se lleva los honores es la joven. Al menos a ojos de su futuro marido, quien a pesar de haber matado con un hacha a un alienígena y de que su novia le ha dicho que todo ha sido gracias a otro cerebro escondido en el interior de George (el perro), Steve le dice que son imaginaciones suyas (¡!) y la besa. Con la muerte del extraterrestre el doctor parece volver al buen camino y Sally deja de temer a su venidero esposo. Como mínimo hasta que ambos pasen por la vicaría. A partir de ahí ya será otra historia… Posiblemente una de terror.

[1] Siguiendo en este terreno apostaría a que los nombres de los dos cerebros alienígenas también tienen su origen en vocablos ingleses, y que bien podría ser que Gor juegue con la palabra rogue (canalla en castellano) y que Vol, el cerebro bueno, haga lo propio con lover (amante).
[2] Su nombre completo es Nathan Hertz Juran y a pesar de no estar muy contento con la película volvió a colaborar con Marquette en la más conocida El ataque de la mujer de 50 pies (The Attack of the 50 Foot Woman, Nathan Juran, 1958).
[3]  Obra del legendario Jack P. Pierce.
[4]  Otra prueba que demuestra que la invasión podría haberse omitido sin que por ello afectase a la historia, lo encontramos en el hecho de que la cinta acaba justo cuando Sally y Steve matan a Gor y se dan un apasionado beso, dejando en el aire todos los destrozos y muertes que el doctor (controlado por el cerebro) había causado anteriormente. ¿Qué ocurre con todo esto? ¿Irá el Dr. March a la cárcel o será ejecutado en la silla eléctrica una vez termine de darle el beso a su prometida en el happy end?
[5]  Antes de ir de excursión al desierto en busca de señales radioactivas, Dan hace entrar en razón a su colega y le obliga a llenarse el buche con la comida que había preparado Sally. En otro momento del film incluso llega a decir que es el cerebro del doctor y, allá al final de la cinta, sin que tampoco venga mucho a cuento, un oficial de policía insinúa que Steve ha asesinado a Dan porque éste estaba enamorado de su novia.
[6]  En el film se dice que ese punto se encuentra en la cisura de Rolando.

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