martes, 16 de diciembre de 2014

MEGAMUERTE (2014)


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Después de pasearlo por buena parte de los festivales especializados del territorio nacional y contemplar la buena acogida que cosechaba entre el público, la opción por parte de sus responsables de convertir al cortometraje Metal Creepers en un largo parecía lógica. De ese modo, y gracias al micro mecenazgo (también denominado crowfunding, una herramienta de financiación que tanto escuchamos últimamente y qué tan necesaria parece para levantar los proyectos más arriesgados y por ende, interesantes[1]), Jordi Oskura Nájera, alma mater de “La oscura ceremonia”, activa organización barcelonesa que cuenta entre sus numerosas actividades el Festival Horrorvisiony co-realizador del citado corto junto a Adrián Cardona[2], se lanza a dirigir en solitario Megamuerte para relatarnos las aventuras de tres adolescentes que se ven envueltos accidentalmente en la invocación de unos seres satánicos que han poseído a los integrantes de su grupo de glam rock favorito: los Megamuerte, claro.

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Para los que aún no hayan visto Metal Creepers, está claro que con esta premisa y un alma descaradamente low cost, no podemos esperar una película convencional. Estamos ante una cinta casi marginal hecha por y para ese público cinéfago que se paseaba por los videoclubs en busca de unos VHS capaces de causar urticaria a cualquier crítico del Cahiers du Cinéma (y disculpen esta generalización, puede haber alguno que también las disfrute, es tan solo un ejemplo). Para entendernos,Megamuerte es esa comedia que no necesita parodiar el cine de los ochenta al que evoca (y que tan en boca de todos está en los últimos años). Es decir, Megamuerte es una cinta infecta de fallos de realización y guion (fallos de verdad, no meros maniqueísmos impostados para provocar la carcajada tonta del respetable), de interpretaciones acartonadas (algunas, no todas, ojo), y repleta de efectos especiales de baratillo.

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Sí, no vamos a engañar a nadie. Megamuerte es eso, pero al menos, y ahora viene lo más importante, mantiene viva la flama de esas viejas cintas de vídeo que marcaron a toda una generación (y que todavía lo siguen haciendo a las nuevas, ya sea gracias a Internet o bien a las reediciones lanzadas periódicamente al mercado de algunos de estos títulos en formato doméstico).Megamuerte es tan ingenua, desvergonzada y gamberra como las otroras producciones de maestros del despiporre como Charles Band, la Troma o las “italoamericanadas” de D’Amato, Mattei y compañía. Por ese motivo, una vez arranca no tarda en despertar la simpatía y la complicidad del público al que va dirigido (y que repito, ama y reivindica de verdad este tipo de cine), que entrará de lleno en su juego obviando los numerosos fallos qué decíamos, o los lamentos porque tal o cual acierto no se haya exprimido bien.
Dinger King, J. Oskura Nájera y Olaf Ittenbach durante el pasado Horrorvision.
Dinger King, J. Oskura Nájera y Olaf Ittenbach durante el pasado Horrorvision.
En cuanto al apartado actoral, a los rostros que ya aparecían en la germinal Metal Creepers, entre los que se encontraban los carismáticos Carles Hortola, Emilio Moya o Txema Lorente[3], hay que sumarles el de algunas jóvenes promesas como Víctor Garcia, Roger Morilla, la adorable Louise Good, el televisivo Dinger King o, ¿por qué no?, todo un subdirector del Festival de Sitges como Mike Hostench haciendo un divertido cameo en plan“porque yo lo valgo” que desencajara más de una mandíbula. Tampoco habría que pasar por alto la banda sonora metalera de la que se encarga el propio Nájera, algún destete interesante o el hecho de que, una vez finalizada la proyección en el pasadoHorrorvision, el mismísimo Olaf Ittenbach dijera que le encantaría dirigir la versión alemana de Megamuerte (bueno, vale, puede que lo dijera un poco por compromiso). El caso es que, se mire por donde se mire, la existencia de un film comoMegamuerte solo puede ser interpretado como todo un regalo. De los aficionados depende que lo sepan disfrutar.

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[1] Por poner otro ejemplo, el corto Fist of Jesus, dirigido por Adrián Cardona y David Muñoz también busca su salto al largo mediante crowfunding.
[2] Adrián Cardona es a su vez el alma mater de una de las productoras más transgresoras del panorama nacional, Eskoria Films; y en Megamuerte también aparece en los créditos, aunque en funciones de segunda unidad de cámara y supervisor de los efectos especiales.
[3] Aquí habría que hacer un pequeño inciso y aclarar que el poco presupuesto de la cinta agudizó la audacia de Nájera con tal de ahorrarse unos cuantos eurillos, y nos cuela Metal Creepersdentro de la película, ingeniándoselas para que forme parte de la trama, aunque, a decir verdad, tal acción no sea para nada novedosa. Por poner un ejemplo, en Cashback, la ópera prima de Sean Ellis, el realizador inglés hizo lo mismo con su corto homónimo, aunque claro, en este caso su corto venía con una nominación al Oscar debajo del brazo.

1 comentario:

angelpito injurioso dijo...

Hola,lazoguors,hace mucho que no te visitaba,saludos angelpitenses