En
1957 Roger Corman realizó deprisa y corriendo1
una versión en clave femenina de The
Strange One (Jack
Garfein, 1957)2.
La película en cuestión se tituló Sorority
Girl
(1957) y en vez de en una academia militar como ocurría en aquella,
la acción se trasladó a una hermandad de jovencitas dónde Sabra
Tanner (una Susan Cabot entrada ya en la treintena) no podía
remediar ser de lo más despiadada y vengativa con sus compañeras.
Aunque este exploit
de
apenas una hora de duración y presupuesto paupérrimo no será
recordado como la mejor película de Corman, sí que se puede
entrever en ella la semilla de un subgénero que Jesús Franco tuvo a
bien terminar de dar carta de naturaleza con la canónica 99
mujeres (1969).
¿Quiere esto decir que Jesús Franco vio o tuvo presente Sorority
Girl
a la hora de realizar su primera película de mujeres en prisión?
Resulta un tanto arriesgado asegurarlo, pero es evidente que en ella
encontramos dos de los elementos indispensables que más tarde se
emplearía en toda wip
que
se precie; es decir, sadomasoquismo y lesbianismo entre un grupo de
mujeres recluidas. Antes de que se rasguen las vestiduras, aclararé
que, efectivamente, en el film de Corman estos elementos son
mostrados de un modo de lo más mojigato e ingenuo (también eran
otros tiempos) pero ahí están pese a quién le pese3.
En este sentido, hay que recordar que el propio Corman se encargó
más tarde de producir (ya sea de manera directa o indirecta) algunos
de los wip
más representativos4.
Aunque
existe cierta carga dramática en el personaje de la malvada Sabra –
es una mujer marginada por el resto de chicas, que mantiene una
relación de amor/odio (más odio que amor) con su madre
multimillonaria - no podemos determinar a simple vista qué es lo que
la motiva a ser tan despiadada. Puede que esto sea debido a lo exiguo
del metraje, a un guión escasamente perfilado o a la poca pericia
que demuestra en esta ocasión Corman tras las cámaras dirigiendo a
sus actores5.
Sin embargo, sí que hay algo muy interesante y es que, pese a que
dicho rol está presentado desde una óptica negativa (como ocurre en
el resto de las wip),
en la película de Corman se podría hacer una segunda lectura, pues
el personaje de Sabra, además de malvado, parece querer castigar al
prototipo de mujer sumisa colgada del hombre (en este caso llamado
Mort y encarnado por un Dick Miller en plan macho alfa).
Tampoco hay
que pasar por alto que Sabra también coquetea con él y que al ser
rechazada por éste decide utilizar a una de sus compañeras
(secretamente embarazada) para que lo chantajeé acusándole de que
el hijo que espera es suyo y así conseguir dinero para abortar (¡!).
Este hecho será el que desencadenará la furia de las chicas (y del
propio Mort, que pese a ser muy apuesto él, jamás había tocado a
la joven) y que éstas se enfrenten a Sabra. Y aunque consiguen
acobardarla, ésta les planta cara con osadía y grita entre sollozos
que “no
les necesita”,
provocando que el resto de chicas persista en su empeño de
castigarla y se larguen. ¿Puede verse a esta “malvada” Sabra
como una feminista incomprendida que se enfrenta a ese ideal machista
de mujer que a día de hoy sigue existiendo? Difícil llegar a una
conclusión que resulte convincente6
ya que después de quedarse sola, Sabra se compadece de sí misma y
ansía volver a empezar de nuevo concluyendo que siempre ha “tenido
miedo”.
¿Quiere decir esto que Sabra desea en realidad ser ese modelo de
mujer que tanto detesta o que ante la imposibilidad de combatir
contra ese prototipo termina aceptando convertirse en una de ellas? A
saber… Tal y como decíamos, por desgracia debido a la poca calidad
de la cinta y la ambigüedad del personaje de Sabra - malvada y
marginada porque sí -, no podemos lanzar una hipótesis que se
sostenga por sí misma.
Sea
como fuere, no deja de resultar un tanto paradójico que en la
protagonista de Sorority
Girl
- una mujer fuerte, de carácter y que no se pliega ante nadie (y
esto incluye a los hombres, claro) - pueda encontrarse el germen de
un género que se convertiría, precisamente, en todo lo contrario,
siendo recordado por su fuerte carga misógina. En las wip
también vemos a féminas autoritarias y sádicas para con su mismo
sexo (que en la mayoría de los casos también pueden ser ese
prototipo de mujer débil); incluso algunas de las mujeres que vemos
en dicho subgénero triplican en mala baba y carácter a la (ahora)
“dulce” Sabra - ahí tenemos a la dominatrix
Ilsa, la máxima representante del este subgénero de ejemplo, que
tortura y comete vejaciones por mero deleite -, pero lamentablemente
no tardamos en descubrir que siempre van a remolque del hombre
(alcaide o militar) de turno a quien obedecen. Es por ese motivo que
me pregunto qué hubiera ocurrido sí, de haberla visto, Jesús
Franco (un cineasta que, al fin y al cabo, idolatraba a la mujer como
pocos) la hubiese tenido más presente a la hora de llevar a cabo su
99
mujeres.
¿Os imagináis? ¿Y si Ilsa, ya que la hemos puesto de ejemplo, se
hubiera dedicado a torturar a las mujeres débiles/sumisas y a los
hombres autoritarios/retrógradas, y por el contrario les hiciera el
amor a aquellos/as que tuvieran o terminasen teniendo sus mismos
ideales? ¿Alguien se imagina a la wip
como estandarte del feminismo y de la liberación sexual de la mujer?
Con Sorority
Girl nunca
se había estado tan cerca y lejos a la vez.
3
En un momento de la película Sabra aparta a una de sus compañeras
que “inocentemente” le dice lo hermosa que es mientras le
acaricia el pelo; y en otro, Sabra golpea a esta misma con una fusta
de madera en el trasero (algo que recuerda de algún modo a algunas
fotografías sado/eróticas de la época con Bettie Page de modelo).
4
Sirvan de ejemplo Caged
Heat de Jonathan
Demme o The Big Bird
Cage de Jack Hill,
entre muchas otras.
5
Los únicos que resultan convincentes en sus papeles son Cabot y
Miller, curiosamente los únicos que por su edad avanzada no se
adecuan al resto del reparto más joven. Según se apunta en el
libro El cine de Roger
Corman. 50 películas al precio de una (Ed.
Arkadin, 2006. José Manuel y Francisco Javier González-Fierro
Santos), debido a los quebraderos de cabeza que sufrió a la hora de
dirigir a los actores, después de esta película Corman decidió
apuntarse a la escuela de actuación de Jeff Corey, en la cual
conoció, ni más ni menos, que a Jack Nicholson. Aunque, aún y con
esas, tampoco podemos decir que Corman fuera un gran director de
actores.
6
“Sabra”, el nombre de nuestra protagonista, también es un
término que proviene del hebreo y que se emplea para referirse a
todos aquellos nacidos dentro del territorio israelí (Fuente:
http://es.wikipedia.org/wiki/Sabra).
Es decir, también podríamos aferrarnos a una hipótesis mucho más
probable que la expuesta y que coloque a Sabra como la represente al
pueblo judío “malvado”, “odiado” y “rico” (aquí cobra
más sentido el odio que siente hacia su rica madre)… y perseguido
y masacrado durante la II Guerra Mundial. De ser así, la película
dejaría un mensaje bastante antisemita respecto al pueblo judío,
pues la única lectura que podríamos hacer es que debido a su
maldad sufre ese rechazo que decíamos.
1 comentario:
Y con esta reseña de Sorority Girl os dejo hasta dentro de un pequeño periodo de tiempo para así poder asistir a la cita anual con mi querido Festival de Sitges y preparar un concienzudo artículo con lo que vaya viendo por allí. Recuerdo que podéis seguirme en Twitter (por aquello de saber la última hora) en @Lazoworks.
Gracias.
Hasta pronto.
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