viernes, 5 de julio de 2013

EL HOMBRE DE ACERO (2013)



Recientemente se ha estrenado el enésimo intento de resucitar a Superman de mano de dos de los máximos responsables de las adaptaciones de cómics a celuloide más controvertidas de los últimos tiempos. Y es que a la hora de adaptar las historietas de cualquier famoso superhéroe nadie parece estar conforme del todo con el resultado… Tanto la E-X-C-E-L-E-N-T-E  Watchmen (una obra inadaptable según muchos) de Snyder, como el tono realista (y jamesbondiano) de la última trilogía del hombre murciélago llevada a cabo por Nolan, han sido acogidas y rechazadas a partes iguales por parte de crítica y público, si bien en el caso de Snyder su labor se encuentre cada vez más cuestionada debido al moderado éxito de sus últimos trabajos. Las adaptaciones de cómics siempre suscitarán este tipo de problemas y si, por ejemplo,  en su momento se echaban los trastos a la cabeza a Richard Lester por el tono humorístico que otorgó a Superman III, habrá quien ahora diga que a esta nueva revisión del hombre de Krypton le hace falta precisamente ese humor del que hizo gala aquella película. Las contradicciones entre lo que debería o no tener están a la orden del día, sin que nadie parezca llegar a un acuerdo…  Nadie se aclara y no sabemos si la cinta de Snyder peca de ser artificiosa y poco profunda, o de ser un coñazo grandilocuente.

En primer caso, la máxima de la que parten la mayoría de las reseñas sobre el film de Snyder es que es impersonal y, según dicen, lo es porque la sombra de Christopher Nolan (en funciones de productor y guionista junto a David S. Goyer) no ha permitido que los espectadores podamos ver el Superman que Zack Snyder hubiera querido hacer. Estoy de acuerdo en que el libreto de El hombre de acero no es precisamente un ejemplo de guión perfecto, que tiene lagunas y que algunos personajes están desaprovechados (algo que también le ocurría al cierre de la trilogía del Caballero Oscuro), pero es incuestionable que la visión de Snyder permanece por mucho Nolan que tenga detrás; y esto se percibe sobre todo por las continuas acusaciones de vacuidad y pomposidad que ha recibido la película (recriminaciones que siempre han acompañado al director de 300 y que se cebaron con una de sus mejores películas: la genial e incomprendida Sucker Punch). Otra de las trabas a las que se ha tenido que enfrentar es que aún queriéndole dar un nuevo enfoque, Snyder (o Nolan, depende) no ha sido capaz de desconectar de las anteriores películas del superhéroe de Krypton, cosa que encuentro de lo más extraño, ya que si por algo se puede caracterizar esta película es precisamente por su gigantesco empeño de distanciarse de los trabajos de Donner, Lester y compañía, aunque eso no impida que aparezcan personajes vistos en las anteriores películas o se hagan algunos guiños al universo fílmico de Superman (de hecho, hay hasta uno dedicado a “Supergirl”).

Todo el trasfondo judeocristiano, el tono épico y serio de este nuevo Superman, es otro de los continuos achaques a los que se ha visto sometida la cinta de Snyder. Por poner un ejemplo, en la interesantísima (y muy acertada) reseña de Jesús Marugán para el Confidencial, el crítico pone de relieve algunas de las libertades que la película se toma respecto a sus predecesoras (y al cómic). Licencias tales como “oscurecer” a Superman o deformar su espíritu altamente altruista, no hacen más que enfurecer a los fans, por lo que creo que lo más adecuado que debe hacer uno antes de ver El hombre de acero es preguntarse: ¿Realmente quiero volver a ver el Superman de Richard Donner? O, ¿hasta qué punto quiero que este nuevo Superman tenga algo que ver con las anteriores? La respuesta salta a la vista: sólo basta recordar los resultados obtenidos por la (bajo mi humilde opinión) soporífera Superman Returns de Brian Singer.

Puede que El hombre de acero, con todos sus fallos de guión (y esa dudosa elección de fragmentarlo a base de flashbacks), cuente más cosas sobre Superman que cualquier película anterior. Lo malo es que lo que cuenta de Superman nada tiene que ver con lo que se nos venía contando con anterioridad. Y claro, ese es su principal problema y lo que no perdonan muchos. Sin embargo, quizás lo más interesante de la película de Snyder sea la búsqueda que realiza Kal-el por encontrar su hueco en la humanidad y no al contrario. Es decir, si en las películas de superhéroes el humano es quien debe adaptarse a sus súper poderes, el caso que nos ocupa parece haber aposentado su historia sobre uno de los pasajes que contenía “Los superhéroes y la filosofía” (Ed. Tim y Matt Morris, publicada por Blackie Books) o que se citaba en uno de los monólogos más recordados de Kill Bill Vol. 2 (y en el que, claro está, se ponía como ejemplo a Superman), pues en El hombre de acero es el héroe el que debe adaptarse a la humanidad y, lógicamente, encontrar un “disfraz” con el cual pasar desapercibido y no ser reconocido, cosa que en el Superman de Richard Donner no ocurría ya que, recordemos, Clark Kent era un periodista de Daily Planet desde el principio, y se dejaba en el aire como había llegado hasta allí. En lo que respecta al elenco de actores, los que mejor salen parados son Russel Crowe y Kevin Costner – curiosamente el padre biológico y putativo de Superman, respectivamente -, siendo este último el que sobresale del resto con su pequeño pero importantísimo papel de Jonathan Kent. En cuanto a la elección de Henry Cavill para encarnar a Kal-el, resulta inevitable que se le compare con el malogrado Cristopher Reeve e incluso con el acartonado Superman de Brandon Routh, pero la verdad es que Cavill elabora una interpretación bastante convincente y, ahora que los metrosexuales parecen dominar el mundo, su pelo en el pecho arroja algo de luz y esperanza a los que clamamos aquello de “donde hay pelo hay alegría”.

Estamos de acuerdo en que quizás este “Hombre de acero” no es tan perfecto como se esperaba. Los citados fallos de guión, esos personajes desaprovechados o la preocupante iniciativa de los guionistas por “descubrir” la verdadera identidad del héroe a la partenaire de turno para así poder iniciar la inevitable historia de amor parecen enfriar las expectativas que uno pueda tener al principio; pero mucho me temo que, aún siguiendo Nolan/Snyder detrás de la franquicia en futuras entregas, con la secuela podría ocurrir algo parecido a lo que pasó con la segunda parte de Spider-man de Sam Raimi: si en la primera entrega de las aventuras del hombre arácnido apenas quedaba espacio para desarrollar un malvado tan importante como lo era el Duende Verde, con Spider-man 2 Raimi pudo explayarse y complementar su discurso con excelentes resultados, revalorizando de algún modo los logros de la primera película. Así pues, como antesala a futuras entregas, El hombre de acero abre puertas muy interesantes y necesarias que van más allá del canon establecido por Donner y compañía, por lo que, al menos de momento, el que esto escribe todavía tiene fe en este nuevo “Hombre de acero”.

2 comentarios:

Pepe Cahiers dijo...

Recién aterrizado de unas agotadoras vacaciones, me paro en su blog y me alegra de que exista alguien que no le sacuda con saña a esta nueva versión de Superman, que por cierto aún no he tenido ocasión de ver, pero me temo que tras tanta crítica se esconde un odio creciente a Nolan que me parece injustificado de todas todas.

angelpito injurioso dijo...

¡increible,una critica del hombre de acero (decir Superman está prohibido)y no has citado la falta de los calzoncillos! Ahora queda el estreno español de los zombis del Braspis,que según dicen no se parece en nada a la novela.