domingo, 9 de junio de 2013

CUMPLEAÑOS MORTAL: (o COMO BUSCAR UN FINAL SOBRE LA MARCHA Y NO VOLVERTE LOCO)



A nadie le cabe la menor duda de que una parte de los orígenes del slasher se halla en el giallo italiano y en su (exquisita) derivación que legó perlas tales como “Bahía de sangre” de Mario Bava. Tanto el giallo como el slasher han sido tratados como la degeneración de las elegantes intrigas al estilo de “Los siete negritos” de Agatha Christie y de clásicos de maestros de la talla de Alfred Hitchcock y Michael Powell; pero más que la decadencia de tótems como el de “Psicosis” o los whodunit de Christie, lo que el giallo proponía era una trama enrevesada llena de sexo y muerte – propias de las novelas baratas (gialli) que editaba Mondadori en la época -, con múltiples sospechosos y un final de traca, dispuestos para saciar las inquietudes del espectador de la época, tan ávido de este tipo argumentos morbosos. A finales de los setenta la cosa cambiaría con la llegada del “Halloween” de Carpenter que, enriquecido por toda una amalgama de influencias y un trasfondo más o menos sobrenatural, cambió esas tramas imposibles que finalmente tenían explicación, por un final abierto y lleno de preguntas; algo que en parte ya había propuesto Bob Clark en una de sus obras maestras del terror: “Black Christmas”, película de la que, no por casualidad, tomó bastantes cosas prestadas el realizador de “Están vivos”, llegando al punto de que el mismo Clark aseguró que había hablado con Carpenter y que en un principio “Halloween” iba a ser una secuela de su film de terror navideño.


Todo esto viene a cuento porque a primeros de los ochenta, en plena eclosión del slasher y a un paso de su definitiva desvirtualización (en la que, cada vez más, se optaría por la simple festividad del horror y por muertes espectacularmente atroces), se realizaron algunos pepinazos que con los años conseguirían convertirse en obras de culto. Sirva de ejemplo “Un San Valentín sangriento”, “Siete mujeres atrapadas”, “Pesadillas de una mente enferma”… o “Viernes 13”, claro. Pero quizás, de entre todas estas se pueda destacar “Cumpleaños mortal”, primero por estar dirigida por el británico J. Lee Thompson, un realizador atípico para este tipo de películas (suyas son “Los cañones de Navarone” o “El cabo del terror”, por citar dos ejemplos representativos de su filmografía), ya que tan sólo había tocado el fantástico en dos secuelas de “El planeta de los simios” (“La rebelión de los simios” y “La conquista del planeta de los Simios”); y por otro lado por la participación del mítico Glenn Ford en el reparto haciendo las veces del típico médico psiquiatra que tanto solía aparecer en este subgénero. A inicios de los ochenta el slasher, como decíamos, todavía era un género con múltiples posibilidades y gracias al éxito cosechado por “Viernes 13” o “Halloween”, era natural que éstos no vieran nada malo en apuntarse al carro. El slasher nunca ha sido ni será un género respetado (por desgracia), pero era innegable que estaba de moda, así que seguramente Ford y Thompson se dirían “¿por qué no?”


Con todo y eso, el caso de “Cumpleaños mortal” es especial dentro del slasher, en parte por culpa de John Dunning y André Link, los productores del film, que querían un final sorpresa para su película (de hecho, estos ya venían de producir “Un San Valentín sangriento”, otro slasher en el que también se buscaba esa vuelta de tuerca en el desenlace… que luego no resultó serlo tanto, la verdad). Y es que según apuntan en imdb.com, el final se fue improvisando durante el rodaje, lo cual explica que se utilicen planos de visión subjetiva – recurso más que habitual en este tipo de películas -, cuando ya se sabe quién es el asesino (o al menos en teoría) a mitad del metraje. El buen hacer de Thompson tras la cámara es más que palpable y llama especialmente la atención algunos planos de enorme potencia y belleza, sobre todo en esos flashbacks en forma de recuerdos que Virginia (Melissa Sue Anderson) tiene a lo largo de la cinta. Pero aún así es de suponer que Thompson tuvo más de un quebradero de cabeza a la hora de poner orden ante tanto desbarajuste.


Probablemente no exista ningún desenlace más desquiciado, caprichoso y tramposo que el de “Cumpleaños mortal”. Aquí ocurre todo lo contrario a lo que nos proponían las mentadas obras de John Carpenter y Bob Clark – no por casualidad, dos piezas clave de los inicios del slasher -, donde, repito, se ofrecían más preguntas que respuestas. En “Cumpleaños mortal”, se tomaba prestado el patrón del giallo y la exitosa “Viernes 13” – es decir, buscar la vuelta de tuerca en el último tramo de la película -, salvo que para la ocasión se busca y rebusca tanto ese final, que la solución que nos ofrecen para resolver el misterio acaba siendo tan artificial e inverosímil que hasta invita a la carcajada. Para que se hagan una idea de lo que les hablo… ¡se llegan a contar hasta tres giros finales en los últimos minutos de la película!


“Cumpleaños mortal” es una rara avis que aún y contar con todos estos defectos y de llevar su trama hasta límites insospechables, consiguió salir airosa gracias a la pericia de Thompson tras las cámaras, logrando como resultado un disfrutable experimento de terror y, lo más importante, que a pesar de todo, no te sintieras indignado con ese final a lo Scooby-Doo improvisado y reescrito a la fuerza.  

4 comentarios:

angelpito injurioso dijo...

Buscando este flin por el youtube,me he encontrado a este criticón largando del tema: http://youtu.be/99sKBTij-KQ

Lazoworks dijo...

Hombre... Don James Wallestein! Que grande que es el tío... lo mismo te habla de la película que te cuenta su vida de culturista... Ay...

Alimaña dijo...

P e l i c u l ó n. (Pese a ese final, estamos de acuerdo jajaja)
Una de mis primeras compras en beta, de 2ªmano de desecho de videoclub. Que tiempos...
Respecto al tal Wallestein, decirte que el tipo reseña opinando justo lo contrario de lo que pienso yo, casi siempre.

Saludos Lazo.

lazoworks dijo...

Lo raro es que en las reseñas que hace Wallenstein hable de cine, no? Jajaja