A nadie le cabe la menor
duda de que una parte de los orígenes del slasher se halla en
el giallo italiano y en su (exquisita) derivación que legó
perlas tales como “Bahía de sangre” de Mario Bava. Tanto el
giallo como el slasher han sido tratados como la
degeneración de las elegantes intrigas al estilo de “Los siete
negritos” de Agatha Christie y de clásicos de maestros de la talla
de Alfred Hitchcock y Michael Powell; pero más que la decadencia de
tótems como el de “Psicosis” o los whodunit de Christie,
lo que el giallo proponía era una trama enrevesada llena de
sexo y muerte – propias de las novelas baratas (gialli) que
editaba Mondadori en la época -, con múltiples sospechosos y un
final de traca, dispuestos para saciar las inquietudes del espectador
de la época, tan ávido de este tipo argumentos morbosos. A finales
de los setenta la cosa cambiaría con la llegada del “Halloween”
de Carpenter que, enriquecido por toda una amalgama de influencias y
un trasfondo más o menos sobrenatural, cambió esas tramas
imposibles que finalmente tenían explicación, por un final abierto
y lleno de preguntas; algo que en parte ya había propuesto Bob Clark
en una de sus obras maestras del terror: “Black Christmas”,
película de la que, no por casualidad, tomó bastantes cosas
prestadas el realizador de “Están vivos”, llegando al punto de
que el mismo Clark aseguró que había hablado con Carpenter y que en
un principio “Halloween” iba a ser una secuela de su film de
terror navideño.
Todo esto viene a cuento
porque a primeros de los ochenta, en plena eclosión del slasher
y a un paso de su definitiva desvirtualización (en la que, cada vez
más, se optaría por la simple festividad del horror y por muertes
espectacularmente atroces), se realizaron algunos pepinazos que con
los años conseguirían convertirse en obras de culto. Sirva de
ejemplo “Un San Valentín sangriento”, “Siete mujeres
atrapadas”, “Pesadillas de una mente enferma”… o “Viernes
13”, claro. Pero quizás, de entre todas estas se pueda destacar
“Cumpleaños mortal”, primero por estar dirigida por el británico
J. Lee Thompson, un realizador atípico para este tipo de películas
(suyas son “Los cañones de Navarone” o “El cabo del terror”,
por citar dos ejemplos representativos de su filmografía), ya que
tan sólo había tocado el fantástico en dos secuelas de “El
planeta de los simios” (“La rebelión de los simios” y “La
conquista del planeta de los Simios”); y por otro lado por la
participación del mítico Glenn Ford en el reparto haciendo
las veces del típico médico psiquiatra que tanto solía aparecer en
este subgénero. A inicios de los ochenta el slasher, como
decíamos, todavía era un género con múltiples posibilidades y
gracias al éxito cosechado por “Viernes 13” o “Halloween”,
era natural que éstos no vieran nada malo en apuntarse al carro. El
slasher nunca ha sido ni será un género respetado (por
desgracia), pero era innegable que estaba de moda, así que
seguramente Ford y Thompson se dirían “¿por qué no?”
Con todo y eso, el caso
de “Cumpleaños mortal” es especial dentro del slasher, en
parte por culpa de John Dunning y André Link, los productores del
film, que querían un final sorpresa para su película (de hecho,
estos ya venían de producir “Un San Valentín sangriento”, otro
slasher en el que también se buscaba esa vuelta de tuerca en
el desenlace… que luego no resultó serlo tanto, la verdad). Y es
que según apuntan en imdb.com, el final se fue improvisando durante
el rodaje, lo cual explica que se utilicen planos de visión
subjetiva – recurso más que habitual en este tipo de películas -,
cuando ya se sabe quién es el asesino (o al menos en teoría) a
mitad del metraje. El buen hacer de Thompson tras la cámara es más
que palpable y llama especialmente la atención algunos planos de
enorme potencia y belleza, sobre todo en esos flashbacks en
forma de recuerdos que Virginia (Melissa Sue Anderson) tiene a lo
largo de la cinta. Pero aún así es de suponer que Thompson tuvo más
de un quebradero de cabeza a la hora de poner orden ante tanto
desbarajuste.
Probablemente no exista
ningún desenlace más desquiciado, caprichoso y tramposo que el de
“Cumpleaños mortal”. Aquí ocurre todo lo contrario a lo que nos
proponían las mentadas obras de John Carpenter y Bob Clark – no
por casualidad, dos piezas clave de los inicios del slasher -,
donde, repito, se ofrecían más preguntas que respuestas. En
“Cumpleaños mortal”, se tomaba prestado el patrón del giallo
y la exitosa “Viernes 13” – es decir, buscar la vuelta de
tuerca en el último tramo de la película -, salvo que para la
ocasión se busca y rebusca tanto ese final, que la solución que nos
ofrecen para resolver el misterio acaba siendo tan artificial e
inverosímil que hasta invita a la carcajada. Para que se hagan una
idea de lo que les hablo… ¡se llegan a contar hasta tres giros
finales en los últimos minutos de la película!
“Cumpleaños mortal”
es una rara avis que aún y contar con todos estos defectos y
de llevar su trama hasta límites insospechables, consiguió salir
airosa gracias a la pericia de Thompson tras las cámaras, logrando
como resultado un disfrutable experimento de terror y, lo más
importante, que a pesar de todo, no te sintieras indignado con ese
final a lo Scooby-Doo improvisado y reescrito a la fuerza.
4 comentarios:
Buscando este flin por el youtube,me he encontrado a este criticón largando del tema: http://youtu.be/99sKBTij-KQ
Hombre... Don James Wallestein! Que grande que es el tío... lo mismo te habla de la película que te cuenta su vida de culturista... Ay...
P e l i c u l ó n. (Pese a ese final, estamos de acuerdo jajaja)
Una de mis primeras compras en beta, de 2ªmano de desecho de videoclub. Que tiempos...
Respecto al tal Wallestein, decirte que el tipo reseña opinando justo lo contrario de lo que pienso yo, casi siempre.
Saludos Lazo.
Lo raro es que en las reseñas que hace Wallenstein hable de cine, no? Jajaja
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