Aunque hace ya un par de semanas que la vi en el cine, hasta hoy no me había dado por escribir cuatro cositas sobre una de las comedias más reivindicativas de los últimos días, Carta blanca de los indispensables hermanos Farrelly. Al ver la película, muchos no han tardado en poner el grito en el cielo para reivindicar a los directores una vuelta al humor grueso que les hizo famosos, cosa que no deja de llevarme a la estupefacción. ¿Peter y Bobby Farrelly, dejaron alguna vez su “marca” en pos de un cine más convencional? No jodamos, hombre. Ni siquiera Osmosis Jones, un exquisito invento que combinaba imagen real con animación, se estancaba en los parámetros del cine más, digamos, clásico, aún sabiendo que cometo un grave error al exponer esto mismo, ya que, si por algo se han caracterizado también estos directores, es por ser unos auténticos renovadores de la comedia clásica de toda la vida. Y es que dentro de sus premisas gamberras, dentro de sus argumentos locos o su humor grueso, los Farrelly han mantenido intacto un estilo de lo más conservador. Dos tontos muy tontos, Amor ciego o la exitosa Algo pasa con Mary, no dejan de ser sendas muestras de la típica comedia romántica bajo, eso sí, una visión con más o menos chabacanería de por medio. Carta blanca, por su parte, es desde ya, la muestra que consagra de una vez por todas su estilo, y la que demuestra que estos directores van madurando, utilizando su “marca” sólo cuando es necesario. Aquí nos encontramos con un soberbio Owen Wilson, - un actor que tan pronto te puede hacer una película de rápido consumo como Noche en el museo 2, como se mete en historias más “arties” de la mano de Woody Allen o Wes Anderson -, y a un no menos convincente Jason Sudeikis, - otro cómico, como la mayoría que pueblan la filmografía de los Farrelly, salido de la factoría Saturday Night Live -, encarnando a un par de salidos entrados en los cuarenta a los que les han sido concedidos, por obra y gracia de sus esposas, siete días de libertad. Tal y como su título indica, una semana de “carta blanca”. Sus vidas atadas a diversos quehaceres domésticos que conlleva su edad y a la monotonía del matrimonio, les hace pensar que esa semana de libertad podrá dar para mucho, - cosa que por otro lado, también nos lo puede parecer a nosotros, los espectadores -, y he aquí el gran descubrimiento de la película, a este par de maduritos no les será tan fácil volver a ser los que eran. Así pues, mientras más de un despistado se tira de los pelos esperando momentos de lo más risorios (que los hay), Peter y Bobby Farrelly no escatiman un solo momento en retratar el verdadero drama del hombre maduro de hoy, y esos cartuchos que tienen los protagonistas, los “siete días de libertad”, se van malgastando a lo largo de la película sin que puedan hacer nada para impedirlo. Es decir, sin que los protagonistas, ni nosotros, como espectadores, podamos hacer nada. Y es precisamente eso lo que más me gustó de la película. Ver como los días, - presentados como “día 1”, “día 2”, “día 3”, etc. -, se van sucediendo sin que aparentemente nada pase en las vidas de estos dos gigolós. Digo “aparentemente” porque la verdadera lección que les espera, al igual que ocurría en otras películas de la filmografía farrellyana como Vaya par de idiotas o Matrimonio compulsivo, es mucho más clásica de lo que uno puede esperar al principio.
Y no se crean esas paparruchas que dicen de que a estos dos tipejos se les ha pasado el arroz, que se les acabó el humor corrosivo o el ingenio, Carta blanca al menos, es un claro ejemplo de que no es así, y demuestra con creces la buena forma de esta pareja de realizadores. Porque también se tiene que tener el suficiente valor y agallas para arriesgar una trama muy propensa a la sucesión de gags de sal gruesa, y convertirla en una película con más calado y más profunda de lo que cabría esperar. Joder, hasta más moral (que no lo creo), si se quiere. Vale… Pero ojo, ahí queda ese momento políticamente incorrecto de la polla-jacuzzi, o del pedo-diarrea-bañera, para todos aquellos que echen de menos el estilo grueso del dúo de Rhode Island. Además, ahí tenemos a Jenna Fischer y Christina Applegate, como las susodichas esposas de los energúmenos, a un desfasado Richard Jenkins, a un cornudo obsesivo compulsivo Derek Waters o a las tetonas Alexandra Daddario y Nicky Whelan (mamma mía, cuanta leche). Eso sí, si esto les sabe a poco ya no es problema mío.
No sé… Maduren, por ejemplo.
Pero un momento, aquí no ha acabado todo. Dejenme que les sorprenda. Dejenme que de paso a:
LOS MEJORES PARES DE TETAS DEL CELULOIDE: Hoy... Nicky Whelan
Si amigos, hoy, con todos vosotros, un post bonus de regalo. Uno de esos posts con pocas letras y que te alegran el día. Con todos ustedes Nicky Whelan, la belleza australiana de Carta Blanca de los Farrelly. Nacida el 10 de junio de 1981, en Vitoria (Australia), hemos podido ver a este mujerón luciendo palmito en Hallowen II de Rob Zombie, entre otras, aunque su habitat natural (al menos de momento) es la pequeña pantalla apareciendo en series de T.V. como Scrubs o Vecinos.
¡¡AYVA, QUE LABIAZOS!! |
Fijense bien: ¿está meando? |
6 comentarios:
Me parece que esta señorita competiría mejor en "Las mejores nalgas del celuloide", estimado Lazo. Vaya culo partido al medio, brrrrr.
A ver si esta semana me planto en el cine y la veo. Tengo curiosidad por ver a Richard Jenkins fuera del gran papel que hacía en "A dos metros bajo tierra": un muerto sarcástico y tocapelotas.
Un saludo!
Discrepo, esta señora debería pertenecer a "Los mejores traseros del celuloide".
Ya sabía yo que os hibáis a poner tontorrones con lo del culo. Tenéis que ser más primarios, más de la teta, leches.
El caso es quejarse.
Mmmmmmh... Qué putita más sexy.
Me masturbaré tres veces esta noche.
Por otra parte, Mel Gibson ha estrenado una peli en la que le mete un puño por el culo a un castor.
Al final no han podido poner eso de que en el film no se han maltratado animales, y en los créditos finales el puto animalico sodomizado figura como Castor Troy... No os parece curioso?
Hombre!!! Sr. Vondick!!!
Dichosos los ojos!!!
Si, me he enterado de lo de Mel Gibson. Jajaja! Castor Troy!! Jajaja! ¿Pero seguro que es Castor Troy? ¿No será Sean Archer?
Menudo peliculón el de John Woo, eh...
Por cierto, ¿al final como quedó la cosa? ¿Quién se quedó con la cara de quien? ¿Nicolas Cage siguió follándose a la mujer de John Travolta o qué? Ese juego de ir alternándose las identidades me jodió el cerebro!
Bueno, si se masturba tres veces con esta fulana que quede constancia eh... Lefador, que eres un lefador!
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