lunes, 18 de enero de 2010

Mama quiero teta (A.k.a. Embrujada)


Armando Bo, - pareja cinematográfica y en la vida real de Hilda Isabel Gorrindo (más conocida por los argentinos como la "Coca" Sarli) -, fue uno de los directores malditos y pioneros dentro de la filmografía argentina. Su relación profesional-sentimental abarcó más de veinte producciones a lo largo del territorio americano e incluso africano (La Diosa Virgen, 1973). Y de entre todas ellas, El trueno entre las hojas (1957) cuenta con ser la primera película argentina en mostrar un desnudo integral femenino por obra y gracia de la "Coca" (1), como no podía ser menos.

Embrujada (Mulher pecado, 1969), la película que nos ocupa, fue una co-producción brasileña dirigida y protagonizada por Bo y Sarli respectivamente, y en ella se nos cuenta la historia de una voluptuosa mujer (Isabel Sarli) infelizmente casada con un poderoso terrateniente. Este hombre, al parecer un picha floja, no consigue satisfacer a su mujer sexualmente y por lo tanto nuestra protagonista deberá prostituirse y acostarse con todo aquel que pille (entre ellos, algunos asalariados de su marido y un rubito encarnado por Victor Bo, hijo de Armando (2)), con tal de conseguir uno de sus mayores deseos: ser madre. Pero la cosa parece complicarse cuando Sarli comienza a tener alucinaciones en las que se ve a ella misma disfrazada de india y a un estrafalario demonio con cara de goma de lo más psicotrónico.

Nos encontramos pues, ante un exploit de carácter marcadamente erótico con buenas dosis de violencia gratuita y por otro lado, un film que casi roza el melodrama barato. Su montaje psicodélico-pop, una de las cosas a destacar, incluso puede recordarnos a Russ Meyer. Pero hay que reconocer que la obra de Bo es técnicamente mucho más descuidada que la del maestro estadounidense y por consiguiente su visionado es mucho más monótono y, porque no decirlo, aburrido. Aún así, es más que loable los cojones que Armando Bo mostró a la hora de llevar a cabo sus películas (en Embrujada esa enculada final al terrateniente supone todo un shock erótico-festivo capaz de levantar a las masas de sus asientos y ponerse a aplaudir). Pero si hay algo por lo que verdaderamente vale la pena Embrujada, es sin duda alguna por su protagonista, Isabel Sarli y por esas dos enormes piedras angulares por las cuales gira la película. Y es que Sarli, que en este film resulta sencillamente inquietante, tiene un melonar que supone todo un manjar delicioso capaz de recordarnos algunos de los instintos más primarios de nuestra naturaleza mamífera… O tal y como bien dice Pedro Calleja en el nº 26 del 2000 Maniacos (un número llamado "Bizarre Latino", 2002), "uno no sabe si follársela (…) o quedarse dormido entre sus tetas. Ponerse palote o ponerse peluche, esa es la cuestión". ¡Y que razón tiene!


(1) Pedro Calleja también cuenta en dicho número que Armando Bo engañó a Sarli y la inmortalizó desde la lejanía mientras ella tomaba un reconfortante baño en el río.
(2) Pete Tombs cuenta en su "Mondo Macabro" que Sarli siempre se mostró pudorosa de mostrase desnuda ante otros hombres que no fueran su marido, cosa que llevo al director a intercalar planos de sus manos toqueteando las enormes tetas de su mujer, con las del maromo en cuestión. A pesar de esto, debe resultar algo violento rodar escenas en las que Victor, hijo de Armando, escenifica una cópula con su madrastra…

2 comentarios:

angelpito injurioso dijo...

¿las pajas cubanas ya se estilaban en aquella epoca?supongo que te habras quedado tranquilo despues de escribir esta entrada...

Lazoworks dijo...

Las pajas cubanas son más viejas que el mear buen hombre. Eso se lleva en la sangre, es instintivo... Uno ve un canalillo y le entran unas ganas imperiosas de meter en medio el churro...
No hay nada como el delicado tacto de una buena teta, Sr. Angelpito!