domingo, 18 de noviembre de 2012

EL SONIDO DE LA MUERTE (1966)





 Dentro de la escasa filmografía española dedicada al género fantástico previa a 1968 (año de partida al boom del fantaterror patrio), encontramos una película totalmente reivindicable, “El sonido de la muerte”. Y es reivindicable por varios motivos. Primero obviamente por quedar marginada y relegada al olvido en nuestro país, mientras que en USA tienen hasta su edición en DVD (modestita, si, pero ahí está). Segundo porque a pesar de tener un presupuesto limitadísimo, “El sonido de la muerte” tiene un reparto la mar de interesante y cuenta con la presencia de la mítica (y malograda) Soledad Miranda (futura musa de Jesús Franco), el galán Arturo Fernández o la entrañable Lola Gaos; y ya de caras para afuera cuenta con la presencia de James Philbrook y la bellísima Ingrid Pitt en uno de sus primeros papeles (además de la colaboración de Sam X. Abarbanel y el griego Gregg C. Tallas, en funciones de guión, que ya habían colaborado juntos en “Prehistoric Women” de la Alliance Pictures). Y tercero, y siguiendo con el tema del poco presupuesto, también hay que apuntalar que gracias a esto, “El sonido de la muerte” es una de las películas españolas más originales e incluso influyentes del cine de terror en general. Y es que aunque la premisa sea un tanto básica – en un pueblo de Grecia, un grupo de arqueólogos buscan un tesoro escondido en el interior de unas cavernas y dan con el cadáver momificado de una criatura prehistórica -, tiene unos grandes momentos de terror y suspense, además de un ambiente claustrofóbico que serviría de inspiración al clásico de tintes lovecraftianos “Posesión Infernal” de Sam Raimi. 
“El sonido de la muerte” nos presenta a un grupo de sujetos encerrados en una casa porque han desatado una fuerza diabólica – imprescindible el personaje supersticioso y chapado a la antigua de Lola Gaos, para comprender el carácter maligno de lo que se ha desencadenado -, que nada tiene que ver con los meros monstruos encarnados por actores enfundados en disfraces de los filmes de la época. Ya sea por culpa de la censura y que al ser una producción española no se pudiera mostrar monstruos, o simplemente porque Jose Antonio Nieves Conde, su director, pasara de hacer el ridículo, el monstruo del film (o la criatura, el extraterrestre o como quieran llamarlo) es invisible. Este misterioso "ente" emite un potente e histérico grito (si, de ahí, el título) y asedia a los protagonistas hasta volverles locos, mientras que éstos se debaten entre seguir con su exploración y encontrar el tesoro que los hará ricos omitiendo el riesgo que eso conlleva, o hacer caso a los consejos del personaje de Lola Gaos, sin duda la única que tiene dos dedos de frente. 
No estamos ante una película perfecta ni mucho menos y tiene algún que otro desvarío típico de guión (los protagonistas, por ejemplo, no acuden a las fuerzas del orden mientras que, uno a uno, van apareciendo muertos), pero se agradecen esas pequeñas incursiones gore, esos actores aguantando la puerta de entrada mientras la “criatura” intenta entrar golpeándola una y otra vez, esas ventanas cerradas moviéndose y algún plano de visión subjetiva que, como ya apuntábamos, son el germen (junto a otro clásico de serie bé como “Equinox”) de la trilogía de Raimi. Se le pueden perdonar todos los fallos que tenga y más, porque en “El sonido de la muerte” se ven hachas clavadas en el aire, porque Soledad Miranda se pone a bailar un sirtaki y joder, porque hay hasta una inmolación. Una gozada absoluta que, como siempre, hay que acudir a la mula (existe una versión en dual español-inglés) para poder disfrutarla. No se la pierdan.



1 comentario:

miquel zueras dijo...

La vi hace tropecientos años en el desaparecido cine Bonanova. Si no recuerdo mal sonaba una campanilla justo antes de una escena sangrienta (¿por si quería alguien taparse los ojos?) y después un timbre. La premisa reuerda al director serie-B de "Cautivos del mal" que rueda a los monstruos a oscuras para disimular su falta de presupuesto. Aquí simplemente no se ve. Desde luego es una cinta muy original para el cine español de entonces. Saludos. Borgo.