martes, 15 de marzo de 2011

GENIO Y FIGURA (DE JESÚS FRANCO)

Si por algo se caracteriza el cine de Jesús Franco es por estar sobrevalorado y menospreciado a partes iguales. No se suelen ver términos medios: o se le quiere o se le odia. A mi personalmente me gusta. Me gusta su cine y me gusta él, como director. Incluso aunque muchas de sus películas no me gusten, no puedo dejar de sentir cierta fascinación por como ha ido siempre a contracorriente. Es muy fácil no estar de acuerdo con su discurso y más ahora, en su etapa digital-amateur, donde la precariedad de medios es más que visible. Tal vez por inconsciencia, por comodidad, o tal vez por no dejar de hacer cine nunca, su frenética actividad en el medio le ha llevado a realizar películas con interpretaciones paupérrimas y/o con un nulo entramado. Sin guión a veces, realizando películas de dos en dos, otras, o aprovechando fragmentos de proyectos inacabados, Jesús Franco no ha escatimado nunca una oportunidad por seguir haciendo lo que le ha dado la gana. Puede que muchos encuentren que el término “maestro” le quede muy grande (de hecho, él mismo reniega de serlo), pero lo que es seguro es que este hombre, director de más 200 películas, no se ha ganado el respeto de muchos jóvenes (o no) por la gracia de Dios o simplemente por ser un caradura. Bueno, tal vez lo sea, pero desde luego lo que realmente me fascina de Jesús Franco es que, a diferencia de cualquier otro cineasta, nunca ha parecido importarle lo que opinen los demás y ha seguido siempre su propio criterio a la hora de hacer cine durante más de cincuenta años. Hablar que de autodestrucción, de automarginación o más “autos” que se me escapan, exponiendo que es inexplicable que el mismo director que ha realizado Miss Muerte también haya hecho Lady Porno más tarde, o Entre pitos anda el juego, copando lo más bajo del escalafón de las producciones, es una soberana tontería, o al menos, no ver más allá de la valentía de su propuesta. Si de lo que se trata es de medir con la misma vara todas sus películas, efectivamente, a partir de una determinada fecha apenas se podrá encontrar algo de provecho. Bueno, vale, estamos de acuerdo, no se puede criticar las películas por su valentía sino por determinadas reglas que se han impuesto en el lenguaje cinematográfico. Pero no nos equivoquemos, el cine es, además de un puto negocio, un arte relativamente joven, no comparable por mucho que digan a otras reglas (como lo pueden ser las reglas ortográficas), y por lo tanto puede esgrimir nuevos e interminables caminos. Incluso el más nefasto de los directores, como por ejemplo el caso de otro director al que se le suele asemejar (erróneamente, claro) con Franco, Ed Wood, ha aportado su granito de arena en esto del cine. Sus desquiciadas películas, consideradas como las peores del mundo (erróneamente, claro), han influido más adelante en las carreras de realizadores que no se han caracterizado precisamente por hacer malas películas, sino todo lo contrario, por ser unos directores más adelante consagrados e incluso denominados de culto. Además, como no, de ser el punto de partida de la mejor película de Tim Burton. Bajo mi modesta opinión, todo puede inspirar y todo tiene su cierto mérito. Buena prueba de ello lo encontramos por ejemplo en grabaciones domésticas que han ido apareciendo en Internet en la que vemos innumerables catástrofes (tsunamis, atentados, etc…), ¿cuántas (súper) producciones han aprovechado este formato para otorgar más credibilidad a sus películas? Aquí existen medios, presupuesto, claro está, pero todo nace del mismo sitio. De la inspiración. Por lo tanto, todo tiene su valor. Jesús Franco dio un rumbo inexplicable a su carrera para algunos y para otros simplemente ha seguido un camino lógico: ir siempre a contracorriente.
 

A todo esto, recientemente se ha editado un libro sobre él escrito por Carlos Aguilar, y a pesar de las fobias típicas de este crítico y escritor (que por cierto, no soporto), nos encontramos con un magnífico aporte para conocer más cosas acerca de este prolífico realizador. Si te gustó Memorias del tío Jess, una autobiografía muy pasada por encima pero de todas, todas, excelente, no te puedes perder este monográfico que, esperemos, no sea el único que se haga sobre la figura (y genio) de Jesús Franco.

Soledad Miranda y Lina Romay, dos musas del cine de Franco.

3 comentarios:

miquel zueras dijo...

De Franco (el Caudillo, no, el otro) me quedo con Miss Muerte. Era como Piquer Simón, un hombre que hacía el cine que quería hacer y a contracorriente. Conocí a Lina Romay en un ciclo que se dedicó al director en Girona y era encantadora y muy divertida. Borgo.

Salvador Sáinz dijo...

Hay que apoyar a los nuevos valores, te adjunto un link de un compañero que acaba de rodar un corto.
http://vimeo.com/20551312

Lazoworks dijo...

Pues está muy bien... Es un poco una mezcla entre David Lynch e Hideo Nakata. Me ha gustado mucho.

Miquel: pues Lina siempre ha estado un poco a la sombra de Franco y estoy seguro que tiene que ser una mujer muy interesante.