Peeping Toms... El Monstruo Fetichista

En plena eclosión del cine en 3-D, la Universal llevó a la gran pantalla uno de sus últimos grandes monstruos después de que Dracula, la Momia, Frankenstein o el Hombre Lobo quedarán eclipsados por platillos volantes, monstruos atómicos u cualquier otro tipo de terror más acorde con los tiempos que corrían. Así pues, decidieron sacarse de la manga La mujer y el Monstruo (Creature from the Black Lagoon, 1954), dirigida por el maestro Jack Arnold, una historia en la que la sociedad desarrollada se ve en peligro por un anfibio ancestral que vive en su pantano sumido en una terrible solitud.

Dejando de lado la más que evidente inspiración que la cinta pudiera causar en producciones venideras como el mega-éxito de Spielberg con Tiburón (1975), La Mujer y el Monstruo nos regala una de las secuencias acuatícas más estimulantes de todos los tiempos, yendo un paso más allá en el eterno encontronazo entre la bella y la bestia.

En la escena clave del film, ese monstruo mitad hombre mitad anfibio se quedará totalmente prendado de la sensual silueta de Julie Adams mientras esta toma un acrobático baño en el lago "Oscuro". El Monstruo revolotea a su alrededor sin que la jóven sospeche nada, contemplando en silencio su belleza (¡y sus estilizadas piernas!) y, atraído tal vez por esos pies humanos sin membranas y muy diferentes a los suyos, se atreverá a rozar con sus garras palmipedas los deliciosos dedos de la mujer en el culmen de la fantasía fetichista.