SECUESTRADOS, PERO CON ESTILO

Ahora se ha puesto de moda contar películas mediante ejercicios de estilo e inventiva. La casa muda, rodada, según dicen, de un solo plano secuencia (cosa que dudo) y con una cámara fotográfica, es un claro ejemplo. Pues bien, se estrenó hace poco Secuestrados de Miguel Ángel Vivas y, dejando de lado las comparaciones que siempre son odiosas, - pues al ver esta es inevitable pensar en Funny Games, imperecedera obra maestra de Michael Haneke -, se podría decir que han realizado una magnífica película con un potencial visual y un estilo envidiable. Mediante unos largos planos secuencias, cámara en mano, utilizando la pantalla partida rollo De Palma ¿y Rosales? (chapeau por esa escena partida en dos que termina uniéndose como en Las reglas del juego de Avary), Vivas retrata la tragedia vivida por una familia adinerada que anda de mudanzas y que es asaltada por unos banda de encapuchados albanos. Como es lógico el realismo es uno de los puntos fuertes de la película, tanto es así que las escenas violentas, se intuye, han sido recreadas con sumo cuidado, y en estas los actores están sobervios. Desde Fernando Cayo hasta la bellísima Manuela Vallés, que aquí por cierto, está que se sale. (¿Quién cojones me dijo que Manuela no interpretaba y que siempre hacía de si misma?). Pero sobretodo, se podría hacer un punto y aparte en Ditran Biba como lider de la banda. Sin excesos. Entre inquietante y conciliador. Pero siempre amenazador... Joder, buenísimo, en serio.

Dentro de lo innovador de la propuesta pero, el guión se queda algo atrás, pues es más bien simplón y uno adivina, ya de primeras, algunos "golpes" de efecto que se sucederán más adelante. ¿Quién no se imaginó que la figura con forma de huevo iba a resultar ser un arma decisiva para combatir a los asaltantes o que el chavalito joven, atracador también, ayudaría al personaje de Manuela cuando se viera en serios problemas? Aún así, la película guarda alguna sorpresa que no desvelaré y la trama se desenvuelve con soltura y sin que decaiga el interés en ningún momento. Vamos, que merece la pena.