ABIERTO HASTA EL AMANECER 2: TEXAS BLOOD MONEY (SEGUNDAS PARTES NO SIEMPRE FUERON MALAS)

Scott Spiegel, guionista de la segunda parte Posesión Infernal, la excelente Terroríficamente Muertos, y de El principiante de Clint Eastwood, y director de Intruder (1989) con Sam y Teddy Raimi que intervenían aquí de actores (así como el bueno de Bruce Campbell), es todo un maestro del mundo del cómic. Buena prueba de ello es aquella película llamada My name is Modesty: A Modesty Blaise Adventure, basado en el personaje creado por Peter O’Donnell y Jim Holdaway, que se editó directamente en DVD aquí en España. Pero donde mejor queda plasmado su dominio por la estética cómic es en la segunda parte de Abierto hasta el amanecer, realizada para video en USA, pero que aquí en España se estrenó en cine (para que vean como son las cosas), y que el que esto escribe quedó francamente satisfecho con el resultado.

Abierto hasta el amanecer 2: Texas blood Money tiene todo lo que una película de terror de serie B debe tener. Es decir, una trama sencilla, humor, sangre, gore, algo de sexo y una enorme inventiva a la hora de ser contada. De ese modo, Scott Spiegel nos mete en una sucesión de escenas filmadas desde los recovecos más extraños. El cuenco del agua del perro, un ventilador, el interior de las fauces de un vampiro, el interior de una calavera… Cualquier cosa valía para que el bueno de Spiegel metiera la cámara y nos lo hiciera pasar bien.

Estamos de acuerdo, la primera parte, Abierto hasta el amanecer es mucho mejor, claro. Pero ya que tan de moda está todo el tema de la serie B y las “grindhouse” (*), lo más justo sería decir que su segunda parte es, en este sentido, más efectiva que su predecesora. Además, Spiegel tiene la desvergüenza de mostrar unos desternillantes, facilones e innecesarios homenajes al Hitchcock de Los pájaros y Psicosis, sin venir muy a cuento; y algunos otros que sin embargo se pueden llegar a agradecer:  Atraco perfecto (Stanley Kubrick, 1956), ese Robert Patrick reclutando a un puñado de hombres para dar el golpe, entre ellos un tipo cobarde y con pocas luces al que su mujer tiene atado en corto, y que recuerda levemente a Elisha Cook Jr. en la película de Kubrick; Grupo Salvaje (Sam Peckinpah, 1969), en el duelo final entre los vampiros y los humanos, nuestros héroes llevan la escopeta cogida igual que lo hacían Ernest Borgnine y compañía en la película de Peckinpah.

Decir pues que esta segunda parte, - que por cierto, tiene el acierto de no tener casi nada que ver con su predecesora y se desarrolla fuera del bar “La teta enroscada” -, es una mala película, es caer en un completo error, sobre todo teniendo en cuenta la naturaleza de esta (5 millones de dólares de presupuesto). Si aplaudimos ejercicios como los que realizan Tarantino y Rodríguez, unas películas de innegable calidad pero que no suelen sentirse a gusto ya desde su gestación con el cine que homenajean (el Planet Terror y el Death Proof, por ejemplo, costó 53 millones), ¿porqué tirar por tierra esta exquisita película de vampiros y robos que, - esta sí -, es puramente de serie B?  

(*) De hecho, Tarantino declaró que la génesis de Abierto hasta el amanecer, una historia original de Robert Kurtzman, era la de aunar dos películas diferentes (un thriller y una de terror) en una, tal como hicieron más tarde él y Robert Rodriguez con la sesión doble Death Proof y Planet Terror.