BALADA TRISTE DE TROMPETA (2010): "¿Y vosotros de que circo sois?"

El cine de De la Iglesia siempre ha sido excesivo y violento. Puede que su anterior película, Los crímenes de Oxford se alejase un poco de estos estandartes, pero desde luego, el exceso, el humor negro y grotesco y la violencia han sido la marca que han distinguido el cine del director bilbaino. 

Partiendo de la base que Muertos de Risa es mi película favorita "made in De la Iglesia", esta Balada triste de trompeta ha surgido como una grata sorpresa ya que una vez más, de la Iglesia vuelve a colocarnos como protagonistas a dos profesionales del humor enfrentados por algún motivo. En este caso una mujer, Carolina Bang, que participó en una de las series españolas más buenas que ha dado la televisión de los últimos años, Plutón B.R.B. Nero y que, como no podía ser menos, corría ha cargo del actual presidente de la Academia de Cine. Pues bien, lo jodidamente bueno de esta, su última película, es que Álex parece no poner freno a ninguna de sus manías, y convierte Balada triste de trompeta en una metáfora de la España dividida, - con un payaso tonto violento y derechista, y un payaso triste tierno y de izquierdas (que después se radicaliza) -, que se batirá en duelo por la belleza de una mujer (que bien podría representar al pueblo llano español).

En Balada triste de trompeta encontramos a un Alex de la Iglesia de toda la vida, pero a la vez completamente diferente. Balada... vuelve a los orígenes del director. Vuelve a sus Mirindas asesinas. El universo cómic, algo de lo que De la Iglesia ha mamado toda su vida (sirva de ejemplo su creación, Burdijaun, el primer súper héroe vasco), está más presente que nunca (yo diría que incluso por encima de Acción mutante) y le dan al film un tono onírico y diferente a lo que nos tenía acostumbrados. Y e aquí precisamente el punto fuerte de la película: su ambiente onírico (o más bien pesadillesco) e irreal. Un paso adelante en la filmografía del director, tal vez propiciado por la ausencia de Jorge Guerricaechevarría (algo que se palpa muy mucho a lo largo de la película y que incluso se llega a echar en falta) que puede hacer que más de un espectador salga algo confuso de la sala. 

Balada triste de trompeta, ya desde sus excelentes títulos de crédito (por cierto, prodigiosa la banda sonora compuesta por Roque Baños), se nos presenta como un film abrupto. Una película que no da tiempo a digerir y que aún así, dará pie a la reflexión después de vista. En ella nuestros protagonistas se pelean por que si. Existe una mujer, claro, pero ella se nos antoja como una víctima de una lucha que no es la suya. Natalia (Carolina Bang) parece aferrada a Sergio (Antonio de la Torre), - un tipo violento y dictatorial que le dará unas palizas brutales -, sin motivo aparente o más bien porque no tiene otro remedio. Mientras que Javier (Carlos Areces, desde luego en una actuación soberbia), - un tipo romántico y tierno que plantará cara Sergio y luchará por el amor de Natalia -, se verá abocado a clamar venganza al ver que Natalia sigue enamorada/atrapada por el posesivo Sergio a pesar de sus malos tratos. Es entonces cuando Javier explota y, después de desfigurar a Sergio violentamente, se transforma en un monstruo sediento de venganza que, no sólo irá contra Sergio, sino contra la propia Natalia. 

Hay una escena que me encantó, en ella, Natalia le pide a Javier que no se transforme en Sergio (es decir que no se vuelva un ser violento y desalmado), que ella lo ama de verdad. Esto, como es lógico, tiene un calado que va mucho más allá de esas simples palabras. Y eso es algo que el espectador tiene que saber ver. Al igual que esa otra escena en la que, después del atentado contra Carrero Blanco, nuestro payaso tonto se encamina hacia un coche repleto de etarras, y les pregunta: "¿y vosotros de que circo sois?".

Como he dicho, mi película favorita es Muertos de Risa, pero cada vez que pienso en Balada triste de trompeta me gusta más y más. No sé, me es muy difícil decidirme por cualquiera de sus obras maestras. El día de la bestia, 800 balas, Perdita Durango, La comunidad, Acción mutante, Crimen Ferpecto... Todas forman parte de un imaginario cinematográfico inimitable y que sólo puede ser obra de un GRAN MAESTRO.  

Raphael y su Balada de la trompeta. Sin un Adiós de Vicente Escrivá (1970).